Miércoles 3 de marzo de 1999

 








 

 


FAMILIA
La felicidad

Joaquín A. Arias E.
Presidente Pro Vida

El destino del hombre es la felicidad. Todos estamos siempre deseando el placer y el goce duradero, estimulados por nuestros instintos, buscando cada vez mejorar nuestra situación para así poder vivir con menos angustia, en nuestra historia el hombre siempre ha ido en pos de la felicidad aunque muy pocos la alcanzaron y muchos otros se lo impidieron. Casi nadie que busca la dicha la encuentra allí donde la está buscando. Usualmente la verdadera felicidad se origina en el nacimiento de nuestros actos. La dicha es la inseparable amiga de la verdad, el afecto, la sencillez, la armonía y la belleza. Hombres que almacenaron riquezas y no las pudieron disfrutar, suelen decir: bueno, dinero no me falta, pero ya nada me emociona. Otros muchos buscan como locos ser dichosos labrando su propia desgracia por que la persiguen donde no está; por sus problemas de riquezas y egoísmos construyen solitos una gran muralla contra la felicidad. El verdadero goce del vivir es para quienes saben ver y apreciar las cosas que la vida presenta con desinterés. Cuando no se alcanza la felicidad, después de haber perdido los mejores años de la vida dedicados a conseguir dinero descuidando las amistades y la superación personal, se sufren grandes desengaños. Nunca seran felices quienes pretenden aumenar su felicidad si solo buscan el placer egoistamente; al no pensar solo en sí mismos no hacen sino llenar su ambición pero no serán realmente felices: la dicha se consigue cuando nos preocupamos por el bien y el goce de los demás, solo a través de dar sentiremos la plenitud interior. El ser humano debe dirigir sus cualidades y facultades hacia la conquista de la riqueza cuidando sus condiciones morales. Para alcanzar los mejores resultados, el hombre debiera mantener viva la capacidad de amar la belleza, la bondad, y la verdad. Miles han despreciado la ocasión de ser felices sin conseguirlo. Por otro lado tampoco faltan delincuentes que con el afán de mejorar su situación económica cometen un crimen para enriquecerse. ¡Gravísimo error!.

Estas personas aprovechadas jamás experimentarán el gozo sino el remordimiento, porque la conciencia siempre se lo reprochará, tampoco habrá gozo para los lleno de envidia, odio, celos y resentimiento altentando ideas de venganza. No existe ningún tesoro en el mundo capaz de proporcionar la verdadera felicidad sino se tiene puro el corazón, libre la mente y limpia la conciencia. Alguien dijo que la dicha es como un mosaico compuesto por infinidad de piedrecitas menudísimas, ninguna de ellas tiene mayor valor por sí sola, pero dispuestas convenientemente, llegan a conformar imágenes bellas y valiosas joyas de arte. La felicidad es flor y fruto del dar y volver a dar; no del recibir siempre y no dar, no puede nadie considerarse feliz que se ha pasado la vida recibiendo sin dar. No podremos ser felices acumulando riquezas materiales por más grandes que sean, lo que el hombre es, constituye su dicha o su desgracia; lo que el hombre es, constituye su dicha o su desgracia; lo que el hombre tiene en exceso, siempre representará su desdicha, por las grandes tribulaciones que se le presentarán para mantenerla.

La dicha nace del anhelo de ser útil, de engregarse a los otros seres humanos sin esperar nada a cambio; aquellas personas que se sienten deprimidas recuperarán su felicidad dando a los demás auxilios oportunos, atendiéndoles, hablándoles con amabilidad, siendo gentiles, esto que va más allá del deber cumplido, al servicio desinteresado, con cariño y amor; es pues que todo este conjunto de cosas sencillas, nos hace grandes, acercándonos cada vez más a la plena felicidad.

 

 

 

 


 

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