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EDITORIAL
Carnaval o vida
Ante la suspensión de los tradicionales carnavales en Los Santos y Herrera, debido a la urgencia de salud pública ocasionada por la letal epidemia del Hantavirus, los residentes de esas provincias y el resto de los panameños, deben actuar con responsabilidad. Es preferible perder un carnaval, que la vida, así de sencillo es la situación que se plantea en la actualidad ante una enfermedad que puede matar al 50 por ciento de las personas que la contraen. Comprendemos que Calle Arriba y Calle Abajo han invertido casi medio millón de balboas en organizar sus carnavales, actividad que genera al distrito de Las Tablas B/.10 millones, pero no se puede exponer a la población por una fiesta. La difícil decisión adoptada por las autoridades del Ministerio de Salud se justifica y no se puede recurrir a la demagogia política, para tratar de atacar una medida adoptada por el bien del país. El Hantavirus es transmitido por las ratas a los seres humanos. La historia clínica de la enfermedad se remonta a 1951, cuando 5,000 soldados norteamericanos y tropas de la ONU destacadas en Corea fueron afectados y 300 de ellos fallecieron. La variedad del Hantavirus Pulmonar surgió en 1993 y los médicos no tienen un tratamiento específico contra la enfermedad, que ya en Panamá ha cobrado la vida de tres personas y mantiene a otras en estado delicado. La limpieza es uno de los elementos más importantes para prevenir el Hantavirus. Se debe evitar que los roedores entren a las casas y se recomienda rociar con clorox las áreas contaminadas con excremento, orine y saliva de ratas. Las labores de aseo deben ser desarrolladas con guantes protectores para evitar la transmisión del mal. Aunque muchos dicen que los panameños sólo toman en serio el carnaval, la problemática que se enfrenta nos debe hacer meditar, porque ahora estamos ante una situación muy seria: nos estamos jugando la vida.
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PUNTO CRITICO |
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