EDITORIAL
Sanciones a la vulgaridad
Dos años hace que
este medio señaló el descalabro ético que contenía
la producción televisada de algunos programas pretendidamente jocosos
y de humor popular, en los cuales los autores y sus presentadores hacen
gala de expresiones chabacanas, cargadas de doble sentido y sexualidad,
donde relievan aspectos sórdidos de degradación humana y los
desequilibrios morales, con el pregón de supuestamente divertir al
pueblo.
En los carnavales del Milenio, el deterioro fue en incremento por motivos
y en razón de controversias y reclamos surgidos en el mundo televisivo
farandulero, y por las expresiones desabridas. La explotación de
la carnalidad y los requerimientos degradadores a los encuestados durante
el evento, generaron unánime protesta y la intervención de
las autoridades de Gobierno y Justicia, que procedieron a imponer sanciones
administrativas a los autores de la vulgaridad y a los medios divulgadores.
La sanción impuesta es leve y los afectados no deben pretender
acogerse al alero de la santidad de la libertad de expresión y comunicación,
que proclama la modernidad social.
Ese argumento es una desfachatez y desconoce el sentido de responsabilidad
social y pública que conlleva el uso de los medios de información
masiva. Pretender que el castigo burocrático a los actos bochornosos
e infamantes de la condición humana, constituya una afrenta al libertario
derecho de expresión, significa carecer de las referencias mentales
y culturales idóneas para apreciar el logro histórico que
conformó acabar con el absolutismo de soberanos, la censura previa
y posterior, las hepáticas decisiones de los poderosos, y alcanzar
para el simple ciudadano el poder decir sus pensamientos, respaldar sus
ideas y promover sus creencias; desiderátum por el cual murieron
miles de personas sensitivas e iluminadas, en las latitudes de la tierra.
Frente a las sanciones impuestas acogemos las reflexiones vertidas
en el editorial del semanario "Panorama Católico" cuando
dice que "esperamos que la autoridad actúe justa y celosamente,
para que no se siga haciendo grave daño a la moral pública,
por el uso depravado que ha hecho la televisión en la transmisión
del Carnaval".
Y, asímismo, acogemos el criterio vertido por el Consejo Municipal
tableño al condenar el desvarío inmoral que las cuestionadas
transmisiones realizaron en el evento que con esfuerzo, mística y
dedicación, organizan aquellos moradores interioranos. Ojalá
los afectados corrijan el rumbo y no repitan en sus futuras emisiones las
vulgaridades por las que fueron sancionados.


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AYER GRAFICO |
La Semana Mayor en la capital una de las de mayor concurrencia en el país |


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