Míercoles 24 de febrero de 1999

 








 

 


EDITORIAL
Sanciones a la vulgaridad

Dos años hace que este medio señaló el descalabro ético que contenía la producción televisada de algunos programas pretendidamente jocosos y de humor popular, en los cuales los autores y sus presentadores hacen gala de expresiones chabacanas, cargadas de doble sentido y sexualidad, donde relievan aspectos sórdidos de degradación humana y los desequilibrios morales, con el pregón de supuestamente divertir al pueblo.

En los carnavales del Milenio, el deterioro fue en incremento por motivos y en razón de controversias y reclamos surgidos en el mundo televisivo farandulero, y por las expresiones desabridas. La explotación de la carnalidad y los requerimientos degradadores a los encuestados durante el evento, generaron unánime protesta y la intervención de las autoridades de Gobierno y Justicia, que procedieron a imponer sanciones administrativas a los autores de la vulgaridad y a los medios divulgadores.

La sanción impuesta es leve y los afectados no deben pretender acogerse al alero de la santidad de la libertad de expresión y comunicación, que proclama la modernidad social.

Ese argumento es una desfachatez y desconoce el sentido de responsabilidad social y pública que conlleva el uso de los medios de información masiva. Pretender que el castigo burocrático a los actos bochornosos e infamantes de la condición humana, constituya una afrenta al libertario derecho de expresión, significa carecer de las referencias mentales y culturales idóneas para apreciar el logro histórico que conformó acabar con el absolutismo de soberanos, la censura previa y posterior, las hepáticas decisiones de los poderosos, y alcanzar para el simple ciudadano el poder decir sus pensamientos, respaldar sus ideas y promover sus creencias; desiderátum por el cual murieron miles de personas sensitivas e iluminadas, en las latitudes de la tierra.

Frente a las sanciones impuestas acogemos las reflexiones vertidas en el editorial del semanario "Panorama Católico" cuando dice que "esperamos que la autoridad actúe justa y celosamente, para que no se siga haciendo grave daño a la moral pública, por el uso depravado que ha hecho la televisión en la transmisión del Carnaval".

Y, asímismo, acogemos el criterio vertido por el Consejo Municipal tableño al condenar el desvarío inmoral que las cuestionadas transmisiones realizaron en el evento que con esfuerzo, mística y dedicación, organizan aquellos moradores interioranos. Ojalá los afectados corrijan el rumbo y no repitan en sus futuras emisiones las vulgaridades por las que fueron sancionados.

 

 

 



 

AYER GRAFICO
La Semana Mayor en la capital una de las de mayor concurrencia en el país


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, utilizo las protestas políticamente


OPINIONES




 

 

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