CONSULTORIO MEDICO
Indicios del Síndrome de Prader-Willi

Dr. D.H. Hiller

Estimado Dr. Hiller: Tengo una hija de 9 meses con síndrome de Prader-Willi. Sé que la gente con esta enfermedad se vuelve obesa porque son incapaces de controlar su apetito. Ya que mi bebé no está gorda - de hecho, me cuesta trabajo que mame - ¿va a ser menos propensa a tener el problema de sobrealimentación más adelante? Si no, ¿sería buena idea que le diéramos ya leche baja en grasa para disminuir las probabilidades de que se convierta en obesa en el futuro? ¿Podría darnos una idea general sobre este tema?

Estimado lector : Los pacientes con el síndrome de Prader-Willi (SPW) tienen un dominio deficiente del mecanismo que controla el hambre, dando como resultado un apetito insaciable. Normalmente este problema no aparece antes de cumplir uno o dos años de edad, y es típico de los niños con SPW el mostrar poco interés o tener dificultades con la comida. La dieta de un bebé no debe ser restringida. Es importante asegurar una nutrición adecuada, incluyendo calorías de grasa que son importantes para el desarrollo del cerebro. Más adelante, cuando comienza la sobrealimentación, se deben imponer restricciones en la dieta para impedir que se llegue a un nivel de obesidad peligroso para su vida.

El síndrome de Prader-Willi es una enfermedad genética compleja que afecta a aproximadamente uno de cada 10000 a 15000 personas. Su nombre proviene de los dos médicos que describieron esta condición en detalle en un artículo médico en 1956. Esta enfermedad también fue descrita por el Dr. Langdon Down en 1887. Los recién nacidos con SPW padecen de tono muscular bajo (hipotonia), letargia y debilidad a la hora de chupar. Al principio de su vida, suele ser necesario realizar esfuerzos especiales, como la alimentación por tubo, para asegurar que estos bebés obtengan la nutrición suficiente para crecer y desarrollarse. El desarrollo motor en estos niños suele llevar un retraso de uno o dos años. Es posible que no sepan sentarse hasta tener un año, o caminar hasta los dos. Las ganas de comer sin parar, que suelen comenzar entre las edades de uno y seis años, es el resultado del mal funcionamiento en un área del cerebro llamada el hipotálamo, que se encarga de señalar los niveles de hambre. Si el hambre no se satisface, los pacientes con SPW se atiborran de comida de manera extraña, incluyendo el comer los despojos de la basura, carne congelada, comida para animales y otras sustancias que la mayoría de la gente considera no comestible. Los pacientes con SPW casi nunca vomitan, incluso cuando comen comida en mal estado o ipecac, una droga que se usa para inducir el vómito. Agrava el problema el hecho que estos pacientes requieren menos calorías (se suelen recomendar dietas que contengan de 1000 a 1200 calorías al día).

Si la obesidad puede ser controlada, la esperanza de vida para los pacientes con SPW no es substancialmente menor que la de los no afectados. Pero los medicamentos y la terapia parece ser que no sirven mucho para impedir que estos pacientes no ganen peso, y no se puede esperar que las personas afectadas aprendan auto-control. Para que los pacientes no consuman muchas calorías es necesario mantener una supervisión de cerca, además de prohibir el acceso incontrolado a la comida. Aquellos pacientes que vivan o trabajen en situaciones en las que el acceso a la comida no está controlado, se volverán obesos eventualmente. Existe una gran polémica sobre cómo equilibrar los derechos de los pacientes y su salud óptima.

El ejercicio diario también es necesario para el control del peso. A causa de una deficiencia en la hormona del crecimiento, los pacientes suelen ser bajos, unos 1,55 m. para hombres y 1,45 m. para mujeres. Los niños con el SPW, como otros con deficiencias en la hormona del crecimiento, normalmente pueden alcanzar más altura con la administración de hormona del crecimiento sintética. Durante el año pasado, varios estudios hallaron que al administrar hormona del crecimiento a los niños con el SPW se lograba no sólo un crecimiento acelerado sino también menor peso y, en algunos casos, mejora en el comportamiento.

Los niveles de inteligencia suelen ser menores, en diferentes grados, en los pacientes con SPW, y en su mayoría se consideran deficientes leves o de inteligencia por debajo de lo normal. La lectura y otras habilidades verbales suelen ser relativamente fuertes. Como otros niños con problemas de aprendizaje, los niños con el SPW pueden mejorar en los programas de educación especial.

Los problemas de comportamiento, que suelen aparecer al principio de la infancia, pueden llegar a ser graves. Las personas con SPW suelen ser tercos y rígidos; son dados a tener ataques de temperamento y se resisten al cambio. Para moderar estos problemas de comportamiento, es importante aprender a anticipar problemas y evitar situaciones que resulten en la reacción no deseada. En algunos casos, las drogas como el antidepresivo fluoxetine, pueden servir de ayuda adicional.

Otras características del SPW pueden incluir una postura y rasgos faciales distintivos, pequeñas manos y pies (la talla media de zapato de mujer es un 3 y para el hombre es un 5), piel picada, saliva espesa, problemas de sueño y escasa tolerancia del dolor. El desarrollo sexual es incompleto; tanto los hombres como las mujeres no son fértiles, y la mayoría no son activos sexualmente. La curvatura de la columna, el estrabismo (una enfermdad que afecta a los músculos del ojo) y la visión deficiente son también comunes en el SPW.

La supervisión de cerca de los pacientes con SPW es una tarea de por vida y puede ser una fuente de estrés importante para los miembros de la familia. Empeora la situación en algunas familias la posibilidad de tener otro niño con la misma enfermedad. Aunque el riesgo de tener más de un niño con SPW es menos del 1%, para ciertas familias el riesgo de que vuelva a ocurrir puede llegar a ser de hasta un 50%. Por tanto, es importante que todas las familias afectadas con el SPW consulten a un doctor especialista en genética. Los hogares donde estos pacientes viven en grupo, pueden ser benéficos para los adolescentes y adultos con esta condición. Estos hogares alivian parte de la frustración y el estrés que sufren aquéllos con el SPW así como sus familias.

 

 

 

 

 

 




 

El desarrollo motor en estos niños suele llevar un retraso de uno o dos años.

 

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