Las leyes las hacen los hombres para su acomodo, me dijo hace años un viejo abogado. Esa verdad de a puño la vemos ahora en las disposiciones electorales que benefician a los partidos políticos.
Por eso casi nadie puede lanzarse a candidato independiente, y tiene que someterse a un partido, aunque le repugne.
Igual situación se da con eso que es legal que candidatos hagan política a pesar de estar en un puesto importante. Desde allí pueden influir en el electorado y tendrán ventaja sobre los candidatos comunes y corrientes.
Pero el colmo de los colmos es el feo papel que está desempeñando, la que por mandato popular ha debido ser la Presidenta de todos los panameños.
Revuelvo mi mente por lo menos cincuenta años atrás. No recuerdo que otro presidente haya actuado tan parcializado hacia su candidato.
Claro que a lo mejor por debajo y en forma disimulada más de uno apoyó al candidato de su preferencia. Pero antes era ilegal hacer lo que ahora hace la Mandataria, escudada en la ley electoral.
Podrá ser legal, pero es FEO.
Además esta actitud deja mucho que pensar en contra precisamente del candidato que apoya, conocido cariñosamente como "Diente Frío" o "Mireyito".
Si ella tiene que dejar el puesto más importante del país para repartir volantes, hacer discursitos politiqueros, participar en caminatas y caravanas, es porque la cosa está muy mal para su candidato.
Sin querer queriendo está diciéndole al país que "Diente Frío" solito no puede conseguir los votos para ganar. Por eso tiene que cobijarse en su falda.
Algunos pensarán que la Doña quiere poner en práctica lo que los sociólogos llaman "transferencia de liderazgo".
No siempre se puede dar esa transferencia.
Añada a esto la mala imagen política que tiene la Mandataria en un sector del país. Además, a otros les cae de la patada verla en actividades que pueden ser legales, pero consideran poco éticas.
(Nunca había sabido que el Presidente tiene horario de trabajo como un portero cualquiera).
Pensaba en mi ignorancia que el mandatario de un país tiene que trabajar las veinticuatro horas, todos los días, para desempeñar su alto cargo.
Primero luchó mucho por la presidencia. Ahora anhela que sean las cuatro y media para irse a politiquear, como una burócrata cualquiera. ¡JO! |