Colegios secundarios: mercado de bandas para venta de drogas

Redacción
Crítica en Línea
Las bandas juveniles en Panamá pelean por el dominio de los colegios públicos, que constituyen sus principales mercados para la venta de drogas, aseguró Gilberto Toro, profesor de la cátedra de infractores inadaptados de la Universidad de Las Américas. Para Toro, no existe un colegio público que no responda a los intereses de alguna banda, porque todos han sido repartidos e integrados al sistema de reclutamiento que desarrollan sus líderes en los centros educativos de la provincia de Panamá. Incluso, destacó, en los colegios privados existen banditas, pero sólo lo practican en el argot, en el consumo de drogas y en la "maleantería", y a nivel interno, porque cuando salen de sus escuelas tienen que enfrentarse a los verdaderos "malos". Cito como ejemplo, el Team Zero, integrada por jóvenes de "papi y mami", que tienen atemorizados a sus profesores, compañeros y residentes de La Alameda. Manifestó que las bandas en la capital nunca han estado inactivas. "Mientras una no se meta en el territorio de otra, hay paz, solo la falta a esta norma, provoca los enfrentamientos que traen consigo muertes" y actualmente existe una situación de guerra entre algunas de ellas, que no va a parar hasta que los jefes mueran. Resulta preocupante que las autoridades de la Policía Nacional piensen que están inactivas, porque indica que la institución tiene un enfoque de acción alarmante, pensando que mientras las cosas no lleguen a situaciones de enfrentamientos y de muerte, todo está tranquilo y, sin embargo, los jóvenes siguen teniendo su "día a día", se siguen drogando, vendiendo, organizando un asalto y teniendo bajo control el barrio donde viven. Los miembros de una banda, cuyas edades oscilan entre 13 y 25 años, no superan los 15, pero su fuerza está en los estudiantes de "sus colegios", a quienes denominan "creyentes". Los "creyentes" obtienen protección, que impide que les roben y les permite ir tranquilos a estudiar, sin embargo, deben identificarse colocando el tatuaje de la banda en sus cuadernos, portafolios y mochilas o pintándolo en las paredes de las escuelas para definir el territorio. Algunas bandas tienen hasta 3 mil creyentes, quienes mueven la droga, les dan datos sobre golpes y los encubren cuando se encuentran en una situación de peligro. El fenómeno social de las bandas se ha dado en todo el mundo, sin embargo cada país tiene sus características particulares. Para Gilberto Toro, quien tiene más de 15 años de investigar el fenómeno, en Panamá éstas surgen como resultado de la mezcla de varios factores, siendo el primero la influencia de aquellos jóvenes que se fueron a vivir a los Estados Unidos y posteriormente regresan al país y aplican aquellos modelos que aprendieron en los barrios donde vivieron. El otro factor, también bastante determinante, es la violencia sufrida a raíz de la invasión, donde los panameños recibieron una gran carga agresiva, que fue desde los asaltos y bombardeos hasta la gran cantidad de armas que posteriormente circuló entre la sociedad y que originó que, de la noche a la mañana, el panameño se convirtiera en expertos en armas. Lo que más les exigen es desarmar a un guardia de seguridad, sobre todo cuando el joven tiene muchos deseos de ingresar a la banda. Mucho de las armas que ellos utilizan son de los guardias a quienes ellos han sometido, por eso esa es la prueba N° 1. Un pase de factura: Cuando una banda o uno de sus miembros tiene una situación conflictiva con otras organizaciones o integrantes, entonces envían al "aspirante" a hacer el "pase de factura" que puede ser un susto, que se convierte en un atentado fatal, o va directamente a matar. Hacerse "con dolor" el tatuaje que identifica a la banda, el que muestran con orgullo, una vez son miembros de la organización. La proliferación de estas bandas en Panamá, asegura el investigador, obedece a que la juventud está marginada por el simple hecho de ser jóvenes y no encuentra un norte que defina su vida, está desesperada y lo está diciendo de miles maneras. Si a ello se le agregan factores de riesgos como su lugar de procedencia, poca escolaridad, clase social, ingreso y situación familiar, veremos la cara de los excluidos, los marginados, que hoy son los que integran estas bandas. Destacó que en la sociedad existen patrones que discriminan a los jóvenes y por otro lado no hay un compromiso serio de conocer sus necesidades, no existe una política de desarrollo, de salud, educación, de nada que se relacione a juventud. Los jóvenes miembros de bandas son niños que han tenido muchas carencias, se les ha faltado el respeto, se les ha violado sus derechos humanos. Por ello, se han organizado para tomar su espacio de participación, pero de una forma atrevida y se han dado cuenta que organizados de una manera negativa han satisfecho muchas de sus necesidades. Si su autoestima está baja por ser pobre y "afro", entonces su se elevará porque es el terror del barrio y su banda sale en los medios de comunicación social, y eso los cotiza. Al integrarse a una banda, los jóvenes se sienten protegidos, pertenecen a un grupo que les proporciona identidad, donde todas sus necesidades de adolescentes son satisfechas, donde obtienen protección, familia y respeto, entonces ellos harán cualquier cosa que permita permanecer allí. Aunque Toro no proporcionó un número determinado de bandas existentes en la provincia, El Panamá América pudo conocer que solamente en el distrito de San Miguelito hay 30 bandas, en el área del Casco Viejo pueden haber 15, mientras que para el área Oeste, pueden haber unas 50 y no todas están inscritas en la PTJ ni en la Policía de Menores. "Si solamente encontráramos aquella sensibilidad para llegar a ellos y entender que lo que están planteando es un pase de factura a la sociedad", sostuvo el investigador. Para Toro, las bandas juveniles, grupos que se asocian para defenderse, agredir y delinquir, son un fenómeno social que debe tratarse de forma científica, y los investigadores están capacitados para definir cómo, cuándo, quién y con qué vamos a "meterle mano al problema". La propuesta de Toro no es desbaratarlas, sino un cambio de banda a organización, porque ellos están estructurados de una manera "envidiable", y eso hay que aprovecharlo. Tienen un liderazgo, ejercido con seriedad y exactitud; una efectividad en cumplir con sus responsabilidades porque no pueden fallar, sus miembros no conocen la excusa ni la impuntualidad, y estos son valores que no deben perderse. Es necesario aprovechar su estructura de funcionamiento para que puedan seguir trabajando, pero ahora de una manera positiva. El Movimiento de Rescate de la Juventud Colonense, se originó por interés de los propios miembros de las bandas, quienes orientados, apoyados y con una visión de los que querían proponen un acercamiento con el gobierno. Las propuestas deben ser con la gente joven. Toro, quien coordinó este proyecto, asegura que esta fue una experiencia exitosa, no solo en Panamá sino a través de toda América Latina, y pudo ser punta de lanza en Colón, Panamá y otras provincias, sin embargo con el cambio de gobierno todo el trabajo se ha perdido. Aseguró que por haber sido destituido del Ministerio de la Juventud no ha podido darle seguimiento al proyecto, pero cuando conversa con los jóvenes éstos les han manifestado que están muy desconcertados por que ninguna institución mantiene contacto con ellos, ni se les ha permitido continuar con las capacitaciones, obtener un ingreso laboral y tampoco se les ha brindado orientación social. En la actualidad existe un abismo entre el Ministerio y jóvenes, y esto resulta sumamente peligroso porque si ellos sienten que su esfuerzo no ha valido la pena y no hay una continuidad, puede que las cosas cambien negativamente, porque hay frustración y una gran molestia, y esto puede ser fatal. Destacó que por primera vez se había logrado una coordinación entre el ministerio, Gobernación, Alcaldía, Ministerio de Salud, de Trabajo, Instituto Nacional de Formación profesional (INAFORP) y Zona Libre. Sin embargo, ahora, algunos jóvenes no están haciendo nada y lo que manifiestan es que los han abandonado, porque se ha perdido la relación estrecha, por el ministerio, cuya línea debe ser no perder lo que ya se había hecho. "Para que el gobierno vuelva su atención hacia la juventud colonense, ellos van a tener que volver a "soltar balas y que muera gente inocente" Por su parte, Fernando Ríos, director Nacional de Juventud del Ministerio de la Juventud, aseguró que esta entidad quiere organizar este programa pero de una manera más abierta, en la que participen el ministerio, alcaldía, gobernación y se involucre a otras autoridades para solucionar el problema. Detalló que con el programa de Colón 2000 a los jóvenes se les dio oportunidades de empleo, sin embargo, de 50, solo quedan 15 trabajando, porque "parece que todo lo tocan" y eso ha ocasionado algunos inconvenientes. A pesar de ellos hemos trabajado con jóvenes de las bandas de Colón, por ejemplo, en diciembre se realizaron algunas actividades: se repartieron juguetes, se realizó una miniferia, en la que se les llevó el teatro de "títeres para ayudar a los jóvenes a integrarse a la sociedad" Ríos señaló que este programa había sido ,manejado por Toro y la anterior titular de la juventud y "él se llevó toda la información", por lo que ahora hay que comenzar de cero. A juicio de Ríos, esto es bueno porque ahora se puede replantear el problema, pero no se cuenta con algunos diagnósticos del problema que ya se habían hecho. "La Ministra Alba de Rolla se reunió con los jóvenes de Colón, porque es una situación que el ministerio quiere encarar", sin embargo, aclaró, el gobierno no puede asumir los empleos que ellos están solicitando. Destacó que la administración pasada hizo la gestión de conseguirle los trabajos y muchos de ellos no permanecieron en sus empleos.
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