EDITORIAL
Derecho político; no abuso
Las lides electorales constituyen
el mecanismo idóneo de las democracias para discernir el poder, con
alternancias, en respeto a la voluntad del soberano pueblo, que con los
votos determina a quién le corresponde gobernar por el término
constitucional; en tal condición, los comicios y las campañas
que los anteceden gozan de regulaciones encaminadas a impedir acciones que
los afecten; cortapisas que los demeriten, o tuerzan el derrotero de superación
colectiva que el torneo envuelve.
En este sentido resulta lícito proclamar las virtudes de los candidatos
en contienda, haciendo relevancia de méritos y virtudes; así
como de las propuestas que ofertan sus escogimientos; para ello existen
normativas que señalan dónde y cómo se deben realizar
los llamamientos al clientelismo electoral.
Por esto resulta grosero que aspirantes a cargos de elección se
dediquen a empapelar con sus efigies y sus lemas las paredes de las viviendas
ajenas, al igual que recubran los postes del tendido eléctrico, y
otros bienes públicos, olvidando las prohibiciones que conllevan
tales actos contrarios al ornato y el decoro citadino.
Ahora, en agravante del abuso señalado, candidatos se dedican
a pintarrajear los puentes y viaductos interioranos, con impunidad e indiferencia;
escudados en el ejercicio de un derecho político que autoriza a comunicar
a los ciudadanos las opiniones, las ideas y los criterios.
La práctica descrita es ilegítima: violenta normativas
municipales vigentes, y se irroga un privilegio, un beneficio indebido que
no le corresponde a los proclamados en tales pintas y carteles, al utilizar
en beneficio de una posición electoral, recursos materiales, físicos,
que pertenecen a la comunidad.
En Panamá vivimos un extravío en los valores cívicos
y políticos, de manera que quien estima le sirve y es conveniente
a sus búsquedas políticas, llenas de irritantes vocerías
las calles y avenidas, sin importar hora, ni tiempo; de igual manera acosa
a los transeúntes para llenarnos de papeles o adherirle calcos con
consignas partidarias, en parabrisas y cristales de los vehículos,
y se irritan con altas voces y ofenden por la negativa del particular que
los rechace.
Conviene que las autoridades municipales actúen en concordancia,
imponiendo las sanciones que corresponda y obliguen a la limpieza de los
lugares públicos abusados con la propaganda electoral; cancelando
el abuso y la ofensa a la ciudadanía, que se comete cuando se pone,
pinta y coloca en edificios, paredes, postes y puentes réclames partidarios;
no hacerlo, permanecer pasivos, indiferentes, significa bonificar y estimular,
el comportamiento abusivo descrito.


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