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Eso fue todo... ya no había "Kulikitaka"... tampoco la tonada de alarido del Llanero Solitario... todo era silencio y preocupación.  |
Al entrar sólo quedaban dos espacios disponibles. Uno por el lado izquierdo del terreno y en donde podía entrar el señor alfiler y otro por el lado central, atrás del plato (home plate) donde tío gusano podía acomodarse cómodamente para presenciar el partido.
Me refiero al comprimido estadio Justino Salinas de La Chorrera el hogar de los Vaqueros, donde suena a toda máquina el Kulikitaka entre episodios. Oeste y Metro protagonizaron el partido del año... el juego de vibraciones extremas donde ganaron los dueños de casa 6 carreras por 5.
Hablar del partido es lo principal... la jugada en tercera base del Vaquero Edimelet Salazar, el excelente relevo del zurdo Alvin Muñoz o las manos mágicas del campo corto metropolitano Kevin Ramos. Pero... no siempre se hace lo que se quiere... esta vez la trifulca, la desorganización, la poca vigilancia y la agresión fueron protagonistas en un campo extraño... un parque de pelota que no le corresponde.
La noche del miércoles pasado fue exclusiva para el bochorno y el alboroto. Siete unidades de la policía nacional fueron solicitadas por la Federación Panameña de Béisbol. Una fuente policial dijo que para éste tipo de juegos, con esa cantidad de aficionados (1,492 por taquilla, sin contar los colados) se necesitan de 20 a 25 miembros policiales.
Otra vez retumbaba y con más fuerza el baile de Toño Rosario... "Kukikitaka... aquí, Kulikitaka acá". La afición saltaba en un sólo pie y no era para más, los Vaqueros jugaban como campeones en su patio ante el equipo de Panamá Metro.
Vino el desenlace del partido. Oeste vencía a Metro 6 carreras por 5 en un partido de alto calibre y en donde se dejaba la serie personal entre ambos a favor de los Vaqueros 2 juegos por 1. Vuelve y traba el "Kulikitaka", pero esta vez no duro mucho.
La afición saltó al terreno y lo inundó. No había seguridad para peloteros y técnicos de ambos equipos. Nadie restringió la entrada de la afición al terreno y todos entraron como Pedro por su casa. En las tribunas de armó una riña entre dos aficionadas y los ánimos subieron como la espuma.
El acto que terminó de empañar la jornada fue el golpe que propinó un jugador de Panamá Metro a un aficionado en la oreja izquierda y parte de la cabeza en ese mismo sector de su anatomía. El pelotero pasó como un esgrimista un bate en medio de un reducido espacio que había entre la cueva de visitante y el para bolas de ciclón, detrás del plato.
El golpe que propinó el pelotero causó dos heridas y flujo de sangre en buena cantidad. El aficionado bajó al terreno de juegos y buscaba el nombre del atleta que le agredió. Las pocas unidades de la policía nacional trataron de aliviar el asunto.
Metro retiró a sus peloteros del estadio y a su cuerpo técnico. No hubo responsables del asunto y el saldo fue un aficionado agredido por un pelotero. La Federación de Béisbol no tenía hasta anoche un informe de lo ocurrido, pero temprano inició las investigaciones. No se ha determinado una sanción y tampoco se han otorgado responsabilidades.
El miércoles por la noche el béisbol perdió un juego ante la afición... la violencia ganó, la improvización se apuntó la victoria y la afición salió herida con una mancha de sangre en el corazón. De ambas barras hubo dolor... Eso fue todo... ya no había "Kulikitaka"... tampoco la tonada de alarido del Llanero Solitario... todo era silencio y preocupación. |