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CUARTILLAS
Opinar
El asunto no es sólo construir carreteras de penetración, sino mantenerlas en buen estado para que no se pierdan.
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
Si hay algo que caracteriza al panameño es su deseo de opinar sobre cualquier cosa. Y muchas veces habla sobre lo que no sabe, como si fuera un experto en la materia. Bueno, eso es una muestra de las ventajas de la libertad de expresión, que durante la dictadura militar nunca pudieron eliminarla de la manera de ser de nosotros. En una fonda de Pueblo Nuevo un joven recién graduado de bachiller comenta que “está bien que el gobierno de doña Mireya gaste más dinero en hacer caminos de penetración, que en lujosas autopistas para beneficio de los ricachones”. Añade el joven que primero hay que lograr que el humilde campesino saque sus productos, y luego se debe pensar en las autopistas. Le digo que las autopistas son una especie de columna vertebral, del sistema de circulación y transporte de cualquier país moderno. Y por esas mismas autopistas, (que ahorran combustible y desgaste de vehículos, aparte de tiempo), circulan los productos de los campesinos que fueron sembrados en lejanos sitios. Al respecto debo señalar que he visto desde hace muchos años una situación que es dolorosa. Modernas carreteras se construyen con préstamos extranjeros, para permitir que los campesinos saquen sus productos. Pero... luego de pocos años, por falta de mantenimiento, esas carreteras se dañan y hasta llegan a ¡desaparecer! Esto sucede porque se consigue la plata para hacer la moderna vía, pero siguiendo la mala costumbre panameña de no dar mantenimiento, no se destina un real para su futura reparación. Los primeros huecos aparecen en el asfalto (o rajaduras en el concreto), y nadie los tapa. Luego van creciendo en tamaño y profundidad, aparte de que aparecen muchos más. (A veces pienso que tal vez hayan usado malos materiales, o poco cemento). Nuestros campos están llenos de estas experiencias negativas. Así que el asunto no es sólo construir carreteras de penetración, sino mantenerlas en buen estado para que no se pierdan. Recuerdo cuando se reparó la vía hacia Canglón, en Darién. Yo la recorrí y era plana y ancha. Ahora es una trocha que ni los autos de doble tracción la soportan. Otro comentario que escuché en Juan Díaz fue sobre los seguros obligatorios para automóviles. La persona daba mil razones para que no se impusieran. Yo estoy a favor del seguro obligatorio. Cuando ocurre un accidente muchas veces el autor no tiene plata para pagar mejoras ni daños a personas. Respecto a lo que dijo el señor Rabat que hay una tercera parte de autos “chatarras” que no pueden ser asegurados, eso no extraña a nadie que circule por la ciudad. No sé cómo pueden pasar el revisado unas cacharpas que no sirven ni para hierro viejo. En los países de desarrollo Ud. no ve autos viejos, ni en mal estado, circulando por las vías. Allá existen disposiciones para eliminarlos, y eso debe darse aquí. Un vehículo viejo y en mal estado (porque su dueño no lo cuida y no le da mantenimiento), es un peligro para el mismo conductor y los demás panameños. Espero que vayamos poniendo orden en este sentido, si es que deseamos ser un país del siglo veintiuno. También me preguntaron sobre en qué había quedado la bulla que el gobierno paga casi treinta millones de balboas al año, en alquileres de oficinas públicas. Con esa plata hubieran hecho hace tiempo una “ciudad gubernamental”. Ahora con tantas instalaciones revertidas, no se justifica ese pago... a menos que se quiera “ayudar” a ciertos personajes.
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