No usen dinamita, es peligroso", dijo Discoro Otazu, pescador filipino. "No usen dinamita. La ley lo prohíbe", advirtió Jacinto de Jesús, el autorizador de permisos de pesca de las Filipinas. "No usen dinamita -les exhortó un defensor de la fauna marina-. La dinamita mata demasiados peces."
Pero los dos hombres, tercos y obstinados, cargaron diez cartuchos de dinamita en su canoa. De pronto, algo sucedió. Discoro Otazu, que los observaba desde doscientos metros de distancia, vio la explosión. La canoa y los hombres volaron, prácticamente pulverizados. Un sombrero de paja cayó en la canoa de Otazu.
Si es cierta la frase "el que juega con fuego se quema", también es cierto que "el que juega con dinamita, explota". Esos hombres, que se opusieron a la prudencia, a los consejos sanos y a las leyes escritas, pagaron semejante desobediencia con la vida.
Muchos pescadores ilícitamente hacen explotar un cartucho debajo del agua porque eso atonta a los peces, que entonces son presa fácil. Pero el juego es peligroso, como es peligroso cargar diez cartuchos en una canoa.
¿No pudiéramos decir, haciendo una aplicación moral, que el que juega con un amor ilícito termina destruyendo su matrimonio? ¿No pudiéramos también decir que "el que juega con el dinero de la tesorería termina siendo culpable de un desfalco sucio"? ¿Acaso no pudiéramos decir, y esto va dirigido a los jóvenes, que "el que juega con un cigarrito de marihuana termina inyectándose heroína en las venas"? ¡Nunca el mal termina donde empieza! Lamentablemente continúa reproduciéndose y agrandándose hasta arrasar con todo. Hay una ley fatal en la naturaleza y en la humanidad. Se trata de "la ley del pecado y de la muerte" (Romanos 8:2). La infracción de esa ley siempre produce la muerte de algo.
Pero podemos reaccionar. Podemos detener el desarrollo del mal. Podemos reflexionar y decir: "Por este camino voy mal. Si sigo así, arruinaré mi vida. No voy a volver a jugar con dinamita." Jesucristo nos dará la fuerza que necesitemos en el instante en que tomemos esa resolución. |