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 Sábado 22 de enero de 2000


NADIE SABE DONDE ESTA
Mahuad "derrocado" antes de un año y medio de gobierno

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Quito
AP

Jamil Mahuad, el presidente que tuvo el valor de convencer a los militares ecuatorianos para arreglar pacíficamente un centenario conflicto fronterizo con Perú, tuvo dudas ayer en dar una orden de carga contra opositores y sus fuerzas armadas, hasta entonces leales, le voltearon la espalda para pedirle su renuncia.

Mahuad abandonó anoche el Palacio de Gobierno para ser llevado a un lugar indeterminado, una hora después que el alto mando de las fuerzas armadas le pidieran su dimisión al cargo que asumió hace 17 meses.

La salida del presidente fue anunciada por el ministro de Gobierno Vladimiro Alvarez, quien dijo que Mahuad se marchó acompañado de algunos de sus ministros, y que recibió seguridades de los militares sobre su integridad personal.

En menos de un año y medio, Mahuad pasó así de los aplausos públicos como alcalde de Quito y luego presidente electo al rechazo ciudadano, cuya máxima expresión se dio hoy con la captura de la sede del Congreso por una turba de indígenas y oficiales de mando medio, que formaron una junta cívico-militar de gobierno.

Tres horas después de la captura del Congreso y otros locales públicos, los altos mandos de las fuerzas armadas exhortaron inicialmente a los indígenas y oficiales a deponer su actitud, y pidieron al presidente una orden para entrar en acción.

"Las fuerzas armadas demandan al presidente constitucional de la república, el mismo que tiene conocimiento de la gravedad de la crisis, tome una decisión urgente en el marco del orden constitucional", dijeron en un comunicado.

La orden de Mahuad nunca llegó. Más tarde, el general Carlos Mendoza, nombrado hace nueve días como ministro de Defensa, pero conservando su cargo de jefe de las fuerzas armadas, pidió la renuncia a su mentor y se lo comunicó a la nación.

Mahuad reaccionó con un discurso por la televisión declarando que no renunciaría y que para sacarlo del cargo los militares tendrían que usar la fuerza.

Más tarde, abandonó el Palacio de Gobierno al parecer sin mediar acción alguna de fuerza.

Mahuad, de 50 años, fue protagonista clave de las negociaciones con Perú para la firma de un acuerdo definitivo de paz sobre la delimitación de un tramo fronterizo de 70 kilómetros, que había sido el centro de repetidas escaramuzas armadas.

El presidente y su colega de Perú Alberto Fujimori firmaron finalmente la paz el 26 de octubre de 1998, en Brasilia.

Fue un acuerdo que no dejó contentos a ninguno de los aparatos militares de ambos países, pero zanjó un problema del cual ya nadie parece hablar efusivamente ahora.

El acuerdo fue proclamado como la plataforma de nuevos tiempos para los dos países.

Pero, para Mahuad llegaron más bien tiempos amargos. La médula de sus problemas se dio en el campo financiero, con crisis en el sistema bancario y monetario.

Los bancos fueron intervenidos o cerrados, los ahorros congelados, las transacciones en moneda extranjera restringida y las tasas de interés se desbocaron, llevando a la quiebra a centenares de empresa y el despido de miles de trabajadores.

Debido a que estas medidas no dieron resultados inmediatos, el presidente declaró hace 12 días la dolarización de la economía.

La acción, que implicaba un proceso complejo de ejecución, encontró un eco favorable cuando menos en los mercados que reaccionaron estabilizando el cambio y bajando los intereses.

Pero, la intranquilidad social no se aquietó. Presionados por una inflación anualizada del 60 por ciento y una recesión del 7 por ciento del PBI, los sindicatos hicieron paros nacionales para exigir la renuncia de Mahuad.A ellos se sumaron esta semana unos 5.000 indígenas que virtualmente tomaron por asalto la capital ecuatoriana.

Mahuad siguió sin embargo contando con el respaldo militar, un factor importante en un país que ha tenido numerosos golpes de estado hasta 1979, en que se fueron a sus cuarteles los últimos militares gobernantes.

El presidente consideró entonces que había llegado el momento de dar más cabida en los asuntos de gobierno a los militares en actividad, y sacrificó a su ministro de Defensa, destituyendo al general retirado José Gallardo, un estratega del conflicto armado con Perú de 1995, para poner en su reemplazo a Mendoza, un general en actividad.

De elegante vestir, lentes gruesos y vasta cultura, Mahuad se había descuidado al parecer de los mandos medios de las fuerzas armadas.

El pedido de renuncia, comunicado por Mendoza, fue hecho unas horas después de que los oficiales rebeldes ayudaran los indígenas a apoderarse del Congreso, e instalaran allí una junta de gobierno conformada por un coronel y dos civiles, que desconoció la autoridad de Mahuad, del Congreso y de la Corte Suprema.

El oficial más visible del movimiento rebelde lo era por entonces el coronel del Ejército Lucio Gutiérrez, escasamente conocido hasta ahora.

Se informó que Gutiérrez fue edecán de los ex presidentes Abdalá Bucaram, destituido por el Congreso en 1997, y de Fabián Alarcón, que reemplazó a Bucaram y que gobernó interinamente hasta 1998.

La junta mencionó como sus otros dos miembros a Antonio Vargas, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, y al ex presidente de la Corte Suprema, Carlos Solórzano.

Doctor en jurisprudencia y con una maestría en administración pública de Harvard, Mahuad llegó a la alcaldía de Quito en 1992 donde su gestión fue reconocida por partidarios y detractores.

Sus seis años en el municipio lo convirtieron en una de las figuras políticas más populares del país y fue elegido como presidente de la república en una segunda ronda electoral en julio de 1998 por delante del magnate populista Alvaro Noboa.

Ayer su popularidad era del 7 por ciento, según encuestas privadas.

 

 

 

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