Renuncia del cargo Fernando Arias, vicepresidente
del opositor Partido Arnulfista
A continuación la carta de renuncia del Dr. Fernando Arias,
vicepresidente del Partido Arnulfista, a quien se le inició un proceso
disciplinario en el colectivo porque está apoyando al banquero Alberto
Vallarino en una alianza diferente a la de su grupo.
Panamá, 20 de enero de 1999
Señores
Miembros del Directorio Nacional
PARTIDO ARNULFISTA
Ciudad.
Señores Miembros del Directorio Nacional
Es de mi conocimiento que
en el seno del partido se adelanta en mi contra una supuesta acción
disciplinaria impulsda por los mismos copartidarios de reciente ingreso
que han promovido la expulsión de raizales y probados arnulfistas
que contribuyeron por décadas a la forja de los verdaderos valores
y mística del Panameñismo de antaño y de siempre.
Por tal motivo, me dirijo respetuosamente a ustedes para ahorrarles
el tiempo de investigar lo que ya es del conocimiento público, de
que no me queda ya ningún interés en seguir vinculado a quienes
dirigen un partido que se fundó supuestamente en base a la memoria
de mi tío Arnulfo Arias y quienes se han apartado del legado imperecedero
de aquellos hombres de Acción Comunal que sentaron las bases gloriosas
de una nación nueva, inspirada en la memoria de tantos héroes
anónimos que ofrendaron sus vidas en la incesante cadena de luchas
del panameñismo, y a la que servi humildemente como un soldado, enl
a tarea que se me asignara.
La pretensión de expulsarme, no ha sido sorpresa para mí.
Antes por el contrario, la evolución del Partido en los últimos
tiempos anticipaba la imposición de injusta marginación y
medidas contra quienes mejor han sabido representar los ideales que supo
encarnar Arias Madrid frente a toda clase de ataques y persecuciones.
Por mi parte, gracias a una extensa carrera política al lado
del doctor Arias y de sus más fieles y valiosos colaboradores, a
estas alturas no necesito más reconocimientos, ni méritos,
ni muestras de servicio y lealtad a los ideales panameñistas, que
los que yo mismo he forjado con mi propia trayectoria personal y política;
por lo que en lo que a mí respecta, sobran los juicios del Directorio
Nacional o de cualquier grupo o dignatario que dentro del partido del que
soy fundador se haga respecto a mis decisiones y conductas de ayer y hoy,
de las cuales me siento plenamente seguro y orgulloso.
Mi conducta pasada y presente hablan de un panameñista raizal
que sirvió a su verdadero líder y a su partido tanto en sus
días oscuros, como en sus días de gloria. Participé
asimismo entusiasta en las primarias del año pasado en las que adversé
a otros miembros distinguidos del partido, y lo hice con absoluto respeto
del adversario y procurando preservar la unidad del partido.
Me dolió sin embargo comprobar que la actual cúpula del
partido carece del menor sentido de reconcilación y unidad nacional.
Mas con todo y mis reservas, supe encabezar con otros copartidarios los
esfuerzos que lograron librar al país del fantasma de la reelección.
Pero no más. Para mí es imposible seguir contemplando indiferente
la persecución y marginación de tantos y tanbuenos y leales
arnulfistas, panameñistas de ayer, hoy y siempre.
Por eso, a los militares de seguidores del ideal panameñista
les pido únicamente que examinen las caras, así como la conducta
presente y pasada de quienes rodean hoy a la actual dirigencia del partido;
miren asímismo dónde y con quién están los más
leales y valiosos servidores de las doctrinas de Arnulfo Arias.
Quienes ayer y hoy abrazamos la honrosa disidencia al lado de otro
panameñista raizal, el ingeniero Alberto Vallarino Clement, procuramos
la salvaguarda de los más caros intereses nacionales, por encima
de la rebeldía de intereses personales insaciables de recién
llegados.
Por esta razón, y para que puedan dedicar sus esfuerzos a algo
más constructivo que ayude a edificar una patria mejor, les comunico
mi renuncia irrevocable del cargo de Vicepresidente y de Director Nacional
del Partido Arnulfista. Al hacerlo, siento un gran alivio y el resurgimiento
interior de nuevas fuerzas para encauzar mi vida política hacia el
rescate de los verdaderos postlados del panameñismo hoy usurpados,
como tantas veces le ocurrió en el pasado a nuestro gran líder,
Arnulfo Arias Madrid.
El futuro inmediato enseñará que la grandeza no se hereda
sino que s forja a diario con la conducta, el pensamiento y la vocación
de servicio desinteresado al país. Y a esa aspiración empeñaré
gozoso cada uno de los años que me restan de vida.
Con los míos rezaré para que Dios se acuerde de todo
lo bueno que hay en el legado de Arnulfo Arias, y, para que ilumine el camino
de los verdaderos panameñistas y el porvenir de su pueblo necesitado.
Atentamente,
Fernando Arias

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