Jueves 21 de enero de 1999

 








 

 


EDITORIAL
Grave amenaza epidemiológica

Las proclamas de los entorchados que manejaron la vida panameña por más de cuatro lustros incluyeron la declaratoria de "Panamá, país libre de epidemias", con la que se recibía a los viajeros, voceando éxitos sanitaristas, resultado de las gestiones públicas de alta mira y en reclamos de respaldos y apoyos de opinión de los transeúntes y turistas.

En aquellas vallas, y en los discursos de la burocracia sanitarista sumisa a los uniformados, la fiebre amarilla, la malaria, la tuberculosis, viruela y otras enfermedades eran extrañas y no alcanzaban al panameño, razón de la que debía el país sentirse orgulloso.

Ahora, la muerte impactante de un joven comentarista deportivo, resultado de una infección de la cual no se tienen registros mortales en los últimos treinta años, levanta inquietud, suspicacia y temor, al advertir que los personeros de mando sanitario, y los técnicos de esas disciplinas son incapaces de entregar un diagnóstico compartido, transparente y coherente, con las explicaciones circunstanciales que dan luces en la tragedia de Humberto Candanedo, como espera el pueblo.

Para quienes tienen preocupaciones cotidianas sobre el derrotero nacional asombra que no se tomen las medidas de control sanitario y tratamiento médico que tal amenaza epidemiológica reclama, dado que al decir de doctos parlamentos, la bacteria mortal permanece alojada en la garganta de todos los mortales panameños, y al activarse incorpora afectaciones de meninges, y conduce al estado generalizado de septicemia que culmina en fallecimiento, en dos o tres días.

Si la sintomatología conocida del morbo presenta similitudes y proximidades con otras enfermedades se impone con urgencia, con desvelos y afanes crecientes, que el Ministerio de Salud, y sus agencias colaboradoras, divulguen estas circunstancias, previniendo contra la propia medicación de antibióticos, equívoco que conduce a crear resistencias en el germen bacteriano.

En Panamá, las proclamas sanitaristas de ayer son hoy recuerdos arrinconados, negados por la realidad del retorno triunfal de la malaria, tisis, fiebre amarilla, dengue y otras enfermedades epidémicas, que amenazan con gravedad el vivir panameño.

Ante estas precisiones negativas, los estudiosos del devenir nacional se preguntan cómo persiste en su cargo ministerial una funcionaria que carece de ejecutorias, de lentas conductas burocráticas, que invita a realizar públicas colectas y rifas para enfrentar el deterioro sanitario y hospitalario panameño, haciendo evidente que el rango le queda grande, y pudiera por su incapacidad conducir al país a un descalabro con una mortandad desorbitada.


 

 

 



 

AYER GRAFICO
Lucho Azcárraga, El "Chino" Ibarra y Colaquito Cortéz en la Hemisferia


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, no le digo la verdad a la ciudadanía


OPINIONES




 

 

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