EDITORIAL
Grave amenaza epidemiológica
Las proclamas de los entorchados
que manejaron la vida panameña por más de cuatro lustros incluyeron
la declaratoria de "Panamá, país libre de epidemias",
con la que se recibía a los viajeros, voceando éxitos sanitaristas,
resultado de las gestiones públicas de alta mira y en reclamos de
respaldos y apoyos de opinión de los transeúntes y turistas.
En aquellas vallas, y en los discursos de la burocracia sanitarista
sumisa a los uniformados, la fiebre amarilla, la malaria, la tuberculosis,
viruela y otras enfermedades eran extrañas y no alcanzaban al panameño,
razón de la que debía el país sentirse orgulloso.
Ahora, la muerte impactante de un joven comentarista deportivo, resultado
de una infección de la cual no se tienen registros mortales en los
últimos treinta años, levanta inquietud, suspicacia y temor,
al advertir que los personeros de mando sanitario, y los técnicos
de esas disciplinas son incapaces de entregar un diagnóstico compartido,
transparente y coherente, con las explicaciones circunstanciales que dan
luces en la tragedia de Humberto Candanedo, como espera el pueblo.
Para quienes tienen preocupaciones cotidianas sobre el derrotero nacional
asombra que no se tomen las medidas de control sanitario y tratamiento médico
que tal amenaza epidemiológica reclama, dado que al decir de doctos
parlamentos, la bacteria mortal permanece alojada en la garganta de todos
los mortales panameños, y al activarse incorpora afectaciones de
meninges, y conduce al estado generalizado de septicemia que culmina en
fallecimiento, en dos o tres días.
Si la sintomatología conocida del morbo presenta similitudes
y proximidades con otras enfermedades se impone con urgencia, con desvelos
y afanes crecientes, que el Ministerio de Salud, y sus agencias colaboradoras,
divulguen estas circunstancias, previniendo contra la propia medicación
de antibióticos, equívoco que conduce a crear resistencias
en el germen bacteriano.
En Panamá, las proclamas sanitaristas de ayer son hoy recuerdos
arrinconados, negados por la realidad del retorno triunfal de la malaria,
tisis, fiebre amarilla, dengue y otras enfermedades epidémicas, que
amenazan con gravedad el vivir panameño.
Ante estas precisiones negativas, los estudiosos del devenir nacional
se preguntan cómo persiste en su cargo ministerial una funcionaria
que carece de ejecutorias, de lentas conductas burocráticas, que
invita a realizar públicas colectas y rifas para enfrentar el deterioro
sanitario y hospitalario panameño, haciendo evidente que el rango
le queda grande, y pudiera por su incapacidad conducir al país a
un descalabro con una mortandad desorbitada.


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AYER GRAFICO |
Lucho Azcárraga, El "Chino" Ibarra y Colaquito Cortéz
en la Hemisferia |


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