MENSAJE
Sesenta años después
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
De vez en cuando las noticias
vienen con un dejo de emoción, de poesía, de algo que agrada.
Así fue el caso de León Vigdorovich y Simpón Cohen.
- ¿De dónde eres? -preguntó Vigdorovich.
- De Lutania - contestó Cohen.
- ¿Y en qué año viniste a América?
- En 1925.
- ¿Y cómo te llamas?
- Simón Cohen.
- Entonces somos amigos. Yo soy León Vigdorovich.
Habían sido amigos muchos años atrás allá
en Lituania. Juntos habían sufrido el desorden de un país
en caos, y juntos habían salido de Lituania escapando de las persecuciones
antisemíticas que ya se insinuaban. Habían viajado en el mismo
barco y desembarcado en Veracruz, México. Al llegar a las Américas
trabajaron juntos un tiempo, pero Cohen emigró a Estados Unidos y
Vigdorovich se quedó en México.
Después de sesenta años de separación, ese destino,
que no admite cuestionamiento, los había unido de nuevo en un asilo
de ancianos. No tardaron en renovar su amistad.
¿Cuánto vale una buena amistad?. Es un tesoro de incalculable
valor. Alguien dijo que la amistad sincera es el más precioso don
con que se ha enriquecido nuestro pobre barro humano.
Toda amistad sincera tiene un sólo origen. Viene del corazón
de Dios. Aun cuando las personas no quieran creen en la existencia de Dios,
si saben lo que es amistad sincera están dando testimonio de la personalidad
misma del Creador. Dios es amor -dice el Sagrado Libro-, y Jesucristo es
la expresión de ese amor divino hacia la pobre humanidad.
En la última cena que celebró con sus discípulos,
Jesús les dijo: "Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les
mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto
de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre
le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes" (Juan 15:14-15).
Donde una amistad es sincera, no importan las separaciones. Nada en
la vida empaña esa amistad.Cristo desea una amistad así con
nosotros. El desea brindarnos su corazón. No lo rechacemos. Si dos
hombres se reconocieron como amigos después de sesenta años
de separación, Cristo puede hacerse amigo nuestro hoy, a pesar de
los años de nuestra separación de El.
|