EDITORIAL
Malas noticias
La última que llegó a la sala de redacción fue la peor de las noticias: una madre sin alma dio a luz un bebé, y sin compasión alguna lo enterró vivo en Nueva Esperanza de Pacora. Ese tipo de hechos no tiene clasificación cuando se intenta categorizar un hecho informativo. En este país, donde se ha visto de todo, y casi nada sorprende, este tipo de situaciones eriza la piel y hace que pensemos que los panameños llegamos ya al fondo del caldero.
El año empezó mal, con un doble homicidio. Siguió la larga lista de asesinatos mafiosos, el secuestro de una mujer oriental, los tiroteos, accidentes de tránsito, policías muertos a tiros, los buseros falsificando la calcomanía que indica que están autorizados para cobrar la nueva y elevada tarifa, el niño que cayó al río Changuinola porque el puente sobre el río está en muy malas condiciones... ¡la elección de los nuevos magistrados de la Corte!
Todo esto ha causado estupor, ansiedad y, señalan los expertos, es muy probable que una baja productividad, que ya de por sí estaba mal herida por el pésimo año 2001.
Pero lo del niño enterrado vivo es el colmo.
Un país donde pasan estas cosas, donde su población está regida por los más bajos instintos y no tiene una humana tabla de valores, está condenada a desaparecer.
Lo triste del asunto es que como pueblo no tenemos referentes. Si miramos hacia las iglesias, encontramos grupos de dirigentes indiferentes, cómodos desde sus púlpitos y oficinas, alejados de la masa que se alimenta con la piel de sus hermanos, incapaces de bajar de su nube para internarse en los montes a buscar la oveja perdida. Están ahí, sentadotes, hablando de Dios, esperando que la oveja vuelva sola al aprisco.
Por el lado de los políticos el asunto es mucho más grave. La partidocracia tiene herida de muerte a la nación. Unos pocos políticos profesionales tienen al resto de los panameños sujetos a sus caprichos, sin dar ni decir donde hay. Es una situación dolorosa que se acumula en el alma nacional, sufriendo por las arbitrariedades de minúsculas agrupaciones egoístas, que hasta la fecha lo que han hecho es sumir a todos en la desesperación y la falta de fe en el sistema.
De las organizaciones empresariales no sale nada alentador, pues hasta ahora sus propuestas están teñidas de sus muy particulares necesidades y anhelos de hacer dinero, pagando un el precio muy alto por ello: la desaparición de la clase media profesional, y el abatimiento salarial de los de abajo.
Así empieza el año, señores, sin aparente posibilidad de una salida esperanzadora. Y da grima, porque sólo hace falta un poco de buena voluntad... sólo un poco.
PUNTO CRITICO |
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