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Cadena perpetua para adultos que maltrataron niña hasta la muerte
Londres
EFE
Un juez del tribunal penal de Old Bailey, en Londres, condenó ayer a cadena perpetua a una pareja de adultos por maltratar hasta la muerte a la niña Anna Climbie, de 8 años, en uno de los peores casos de abuso infantil juzgado en dicho tribunal. Alimentada "como un perro", golpeada y obligada a dormir en un baño sin más manta que una bolsa de basura por su tía abuela Marie Therese Kouao, de 44 años, y su pareja, C. Manning, de 28, la pequeña falleció en febrero de 1999 de hipotermia en la casa que tienen en el norte de Londres. Hoy, casi dos años después, el juez Richard Hawkins, sentenció a los acusados a pasar el resto de sus vidas en prisión: "Lo que Anna soportó fue totalmente inimaginable", afirmó, y añadió que la pequeña pasó "una solitaria fatiga hasta la muerte. Adoptó la única sentencia que tengo derecho a adoptar y que es la cadena perpetua". La pareja apenas se inmutó tras escuchar el dictamen y mientras Manning negó los cargos de asesinato, Kouao se llevó las manos a la boca y rechazó las acusaciones de muerte y maltrato. En una breve declaración divulgada por la Policía, los padres explicaron que entregaron a su hija a Kouao por ser "pobres" y por ofrecerle "la oportunidad de vivir bien y recibir una buena educación". "Desafortunadamente -continúan los padres- ella ha sido víctima de una tragedia. El espíritu de nuestra querida hija está ahora en Costa de Marfil y queremos seguir adelante con nuestras vidas por el bien de nuestros otros hijos". Después de cuatro días de deliberación del jurado, el tribunal de Old Bailey escuchó la terrorífica historia de una niña de origen humilde que su tía abuela sacó de Costa de Márfil en 1998 para proporcionarle un futuro. Previo paso por París, la tía abuela y la niña llegaron a Londres en busca de una vivienda de protección social y de unas perspectivas de vida dignas. Pero la situación se tornó en un infierno y un conocido de su tía, que no reveló su identidad, alertó a los servicios sociales del peligro que corría Anna, quien llena de cicatrices y heridas, fue examinada en dos hospitales. Sin embargo, la pequeña comentó a un asistente social que las heridas se las había causado ella misma para aliviar un picor y fue devuelta a su "familia" en una decisión que, según el ministro de Sanidad británico, Alan Milburn, va a ser investigada. Tan sórdido era el entorno familiar de la pequeña que Manning, un conductor de autobús, pensaba que Anna encarnaba a Satán y la golpeaba con una cadena de bicicleta y un martillo. Hasta 128 heridas presentaba la niña cuando su cadáver fue hallado por la Policía y examinado por la doctora Nathaniel Cary, quien afirmó haber estudiado el "peor" caso de abuso infantil de su carrera profesional. Al dictar su sentencia, el juez Hawkins recordó en Old Bailey que la sociedad debe aprender una lección "sobre el fallo de los servicios sociales y la Policía en este caso".
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