EDITORIAL
Llegaron los scouts
El Movimiento Scout de Panamá está por cumplir (dentro de doce años, exactamente) 100 años de ser una actividad conocida por los panameños. A principios del siglo XX el fundador de los niños exploradores, Lord Stevenson Baden Powell de Gilwell (conocido como B.P.), publicó su obra cumbre "Escultismo para muchachos", la cual le dio la vuelta al mundo y conquistó el corazón y la mente de millones de chiquillos, incluyendo los panameños.
Ya en 1914 teníamos en Panamá un movimiento formalmente organizado, incluso con el impulso propio de BP, quien visitó el país. Por aquellos años un scout digno y valiente, de apellido Villamil, murió al defender a un turista que estaba siendo víctima de un robo. Lo hizo porque creía ciegamente en la promesa y la ley del movimiento, cuyos tres primeros artículos dicen: "El scout cifra su honor en ser digno de confianza; el scout es leal con su Patria, sus padres, sus jefes y subordinados; y el scout es útil y ayuda a los demás sin pensar en recompensa".
Eran aquellos tiempos cuando los muchachos le ponían pasión al movimiento, se entregaban en alma, vida y corazón a su promesa, y ley. Si examinamos estos preceptos (la Promesa y la Ley scouts) descubrimos grandes valores que hoy se han perdido tanto en la familia, como en la sociedad panameña.
La Promesa scout dice: "Yo prometo por mi honor, hacer todo cuanto de mí dependa, por cumplir mis deberes para con Dios y la Patria, ayudar al prójimo en toda circunstancia, y cumplir fielmente la Ley Scout". ¡Qué hermoso compromiso! ¡Qué país fuera el nuestro si todos los muchachos vivieran con estas palabras como norte!
En la ley hay aspectos tales como: "El scout es cortés y caballeroso" (Art. 5). "El scout ve en la naturaleza la obra de Dios, protege a los animales y las plantas" (Art. 6). "El scout obedece sin replicar y hace las cosas en orden y completas" (Art. 7). y "El scout es económico, trabajador y cuidadoso del bien ajeno" (Art. 9).
Estos hermosos valores han regido la vida de muchos jóvenes de bien, y si se aplican como norma de vida (el Ministerio de Educación podría hacerlo como parte de su programa de ayuda social de graduandos), en menos que pase una generación tendríamos un país nuevo.
A partir de mañana estarán aquí más de dos mil scouts de América Latina. Vienen al Camporee, una reunión de exploradores (jóvenes entre 12 y 17 años) que tendrá su punto central el Parque Héctor Gallego. Panamá debe poner su mejor cara para ellos, y aprender de sus valores.
Ojalá algo de ese espíritu de servicio y honestidad a prueba de cualquier tentación, se quede entre el resto de los panameños, para que nuestro país tenga un mejor futuro, y nuestros hijos un lugar digno en donde crecer.
PUNTO CRITICO |
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