Cientos de papeles y flores blancas blandiendo al cielo despidieron a Carlos Alonso Palate en su natal Picaihua, en el centro andino de Ecuador, a donde, el hasta ahora lejano horror del terrorismo, llegó en forma de muerte.
Rostros tristes, lágrimas y proclamas contra el terrorismo rodearon la plaza central de Picaihua, donde se celebró la misa para despedir a Carlos, de 35 años, que hace cuatro años viajó a España en busca de mejores condiciones de vida, pero que murió en el atentado perpetrado por ETA el pasado sábado 30 de diciembre en el aeropuerto de Madrid.
Por otro lado, el cadáver de Diego Armando Estacio, el otro ecuatoriano que murió en el atentado, llegó ayer y será enterrado hoy.