FAMILIA
Las dificultades
para superar una tragedia

Tomado de
CNN
No
es cierto que a las mujeres les cuesta más reponerse de
una situación especialmente traumática.
La vida está llena de momentos difíciles que
no siempre son fáciles de superar. Haber perdido a un
ser querido, ser víctima de un accidente, sufrir una agresión,
recibir amenazas... Son acontecimientos que nos ponen a prueba
y que para muchas personas suponen un punto de inflexión,
ya que pueden llegar a cambiar su personalidad o sus relaciones
con los demás.
A la incapacidad para encajar estos momentos se le denomina
trastorno del estrés postraumático, un problema
que sufre un 10% de la población, según los autores
de un libro sobre esta materia que acaba de ser presentado en
Madrid, España. Las personas que lo sufren demuestran
una enorme incapacidad para olvidar el acto traumático
y asumirlo como un hecho que pertenece al pasado, lo cual condiciona
enormemente su vida.
"Estos sujetos reexperimentan continuamente el suceso
traumático y evitan todas las personas o lugares que pueden
estar relacionados con él", comenta Julio Bobes,
Jefe del Servicio de Psiquiatría del Area de Oviedo, Catedrático
de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo y uno de los
autores del tratado. El impacto del acto traumático es
tal que pueden llegar a deteriorar su vida laboral y afectiva
porque no son capaces de superar sus temores y eso les lleva
a no salir de su domicilio, a no conducir o a no tratar con determinadas
personas porque les recuerda al problema que sufrieron.
Las personas que padecen este trastorno se comportan con una
gran irritabilidad que es fruto del estado continuo de alarma
en el que viven. Son incapaces de bajar la guardia y perciben
amenazas donde no las hay. Estos síntomas se pueden traducir
a corto plazo en problemas de sueño y, a un plazo mayor,
en depresiones o fobia social.
TODOS PODEMOS SER VULNERABLES
Dice el tópico que las mujeres pueden ser más
vulnerables a los acontecimientos especialmente traumáticos,
como una agresión o la muerte de un familiar. Sin embargo,
Bobes opina que no hay evidencias que demuestren que eso es así.
Aunque es cierto que hombres y mujeres reaccionan de forma diferente
a distintos acontecimientos, hay algunos que afectan más
a ellos y otros que hacen que ellas lo pasen peor. "La mujer,
por regla general, no es más vulnerable a los sucesos
traumáticos", comenta el especialista.
Un trabajo citado en el libro muestra la probabilidad de desarrollar
este trastorno tras la exposición a un acontecimiento
traumático en hombres y mujeres.
- Violación: La probabilidad es del 65% en los hombres
y del 45,9% en las mujeres.
- Acoso sexual: Del 12,2% en hombres y del 26,5% en mujeres.
- Agresión física: 1,8% en hombres y 21,3% en
mujeres.
- Enterarse de una desgracia: 4,4% en hombres y 10,4% en mujeres.
- Amenaza con arma: 1,9% en hombres y 32,6% en mujeres.
- Accidente de tráfico: 6,3% en hombres y 7,5% en mujeres.
- Desatención en la infancia: 23,9% en hombres y 19,7%
en mujeres.
- Abusos físicos en la infancia: 22,3% en hombres y
48,5% en mujeres.
CUESTION DE TIEMPO
La clave está en la duración de este cuadro.
Si bien es lógico que una persona que ha sido víctima
de un accidente o una agresión pueda estar algunos meses
impactada por el fenómeno, lo preocupante es que después
de un largo periodo de tiempo no haya sido capaz de ver la luz
al final del túnel. El trastorno del estrés postraumático
puede cronificarse y durar toda la vida. En estos casos, puede
conducir a problemas psiquiátricos asociados. Estos son
algunos de los más frecuentes:
- Abuso o dependencia de drogas.
- Depresión.
- Pánico-agorafobia.
- Fobia social.
- Trastorno obsesivo compulsivo.
- Trastorno bipolar (maníaco-depresivo).
Si el trauma se ha producido en la infancia y se ha cronificado,
las consecuencias son aún peores, pues llevan a deformaciones
graves en la evolución psiconeurológica, cuadros
psicóticos, deterioro emocional, fobias complejas y estados
de gran hiperactividad que pueden estar asociados a violencia
y conductas adictivas.
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Si el trauma
se ha producido en la infancia y se ha cronificado, las consecuencias
son aún peores, pues llevan a deformaciones graves en
la evolución psiconeurológica, cuadros psicóticos,
deterioro emocional, fobias complejas y estados de gran hiperactividad
que pueden estar asociados a violencia y conductas adictivas.
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