EDITORIAL
Navidad de sangre, luto y dolor
Las cifras de violentismos
acaecidos durante la Navidad ponen de manifiesto la reafirmación
del triunfal asiento de la violencia que hoy domina la sociedad panameña,
cuyos derroteros crecientes llenan de temor y angustias al simple ciudadano.
Los accidentes viales y actos que envuelven manejos irresponsables elevaron
la cifra estadística en siete muertes, y dejaron adicionales lesionados
cuyas gravedades pudieran aumentar los dígitos; de igual manera,
los crímenes por filo y bala dejaron más de dos decenas de
panameños heridos, con pronósticos médicos reservados,
algunos de ellos.
Actos carnales de abuso y violación; así como intoxicaciones
por licor y drogas, fueron materia de atención en las urgencias hospitalarias
ayer; y seis personas fueron agredidas con golpes contundentes que les causaron
graves lesiones corporales.
Noticias de Sinaproc informan de varios desaparecidos en sucesos marítimos,
y una muerte, lo cual incrementa los registros de eventos de desastre e
inseguridad en los desplazamientos por agua.
En medio de los trágicos sucesos, un acto de barbarie reclama
especial atención y acontece cuando una panameña, en disgusto
y contronversia con una vecina, decidió arrojarle en represalia una
"bomba molotov" a la vivienda, con la cual produjo un incendio
en la recámara donde dormía una criatura de escasos seis meses
de edad, a quien lesionó con quemaduras gravísimas, que la
mantienen al borde de la muerte.
Los sucesos comentados, en su conjunto, relievan la cruel realidad nacional
actual donde las formas tolerantes, armoniosas, fraternales, han desaparecido,
imponiendo estilos groseros de tratamiento, irrespeto y descortesía,
rayanos en la chabacanería y la ofensa.
Esta realidad social de pérdida de valores trascendentales, de
dominio triunfal de lo degradante, reclama con urgencia la acción
unitaria, decidida, de los ciudadanos sanos de ánimo, limpios de
corazón, que resienten el descalabro que nos rodea.
La Navidad, es celebración de recogimiento en cristianidad; donde
las prédicas evangelizadoras de Cristo Jesús, hijo de Dios
hecho hombre, deben primar con el espíritu de fraternidad compartiendo
las dichas y las prosperidades; perdonando ofensas, y al caminar por senderos
de la redención, hoy pierde sentido; desciende, para arrinconado,
ceder el paso al hedonismo y la carnalidad, al abuso de la prepotencia insana
y criminal: realidad contra la que debemos combatir.
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AYER GRAFICO |
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