EDITORIAL
Día del Maestro
Se conmemora hoy el Día
del Maestro, al reconocer a los esforzados docentes las labores de forja
y buril que realizan en los estudiantes panameños, inculcándoles
valores y hábitos que sirvan al propósito de enfrentar la
vida con decencia y dignidad, incentivando la sana lectura y la actividad
investigativa que nutre el intelecto y reforza el alma.
Panamá se elevó a la condición de república
en el quehacer de recios maestros que dieron sello y rumbo a la naciente
entidad, al comprender que nuestros atrasos sociales, nuestras dolencias
comunes asentaban en la falta de luces de los habitantes, en un Istmo con
escasas cuatro escuelas, sumido en el abandono de las autoridades bogotanas.
Entonces las prioridades educativas de la estrenada nación panameña
llevó a la decisión de crear las becas de la Asamblea Constituyente
con las que enviaron a seis hijos dignos de Panamá a nutrirse en
las ideas y los conocimientos de máxima actualización de entonces,
en Agricultura, Pedagogía, Derecho, Química y otras disciplinas
quienes retornaron triunfales al suelo patrio a difundir ciencia y avances
que hoy reconocemos.
El Magisterio Panameño, unido en la palabra gremial patriótica
y la solidez del deber cumplido, llenó páginas históricas;
una digna exponente de sus filas alcanzó la condición de legisladora
para la renovación constitucional de 1946, mientras otras en el quehacer
cívico femenino difundieron modernidades sociales, y avalaron luchas
por la defensa de los derechos humanos y sociales.
Los derroteros de lucha e historia muestran a los maestros y docentes
sometidos a la prepotencia y la estulticia de inflexibles mandatarios que
preferían el látigo al diálogo, y en jornadas huelguísticas
de larga duración rebajaron sus capacidades y resistencias de lucha,
realidad que ahora afecta al gremio y le resta presencia en el escenario
nacional.
La reciedumbre académica que hizo del maestro panameño
motor y faro del ascenso humano panameño está disminuida,
y las carencias del magisterio, reducido de recursos financieros y apoyos
materiales reclama el retorno a los caminos lúcidos, iniciales de
la república.
La coyuntura actual panameña con los retos soberanistas del recobro
canalero y la geografía fracturada exigen que las labores magisteriales
sean dotadas de los instrumentos adecuados y los recursos idóneos,
de manera que el resultado de la forja sea un panameño sensitivo,
conocedor de nuestras vicisitudes históricas, capaz de caminar al
paso de los tiempos: Grande la responsabilidad que recae en manos de los
docentes, que ojalá cumplan con empeño y dignidad. El papel
forjador los hace nobles, meritorios y dignos del reconocimiento colectivo.
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