Martes 1 de dic. de 1998

 









 

 


FAMILIA
Adolescentes con padres drogadictos

Robert L. DuPont Jr. M.D.

E
l primero de estos problemas es la enorme dificultad que enfrentan muchos adolescentes educados respecto a las drogas, para manejar el uso de alcohol y otras drogas de sus padres. Cuando vemo sque casi el diez por ciento de los adultos de Estados Unidos son alcohólicos activos, comenzamos a vislumbrar los dilemas que enfrentan muchos adolescentes. No obstante, una vez aceptado que algunos adolescentes tienen padres alcohólicos y que otros tienen padres drogadictos, la mayoría de los chicos que hablan sobre este punto en una disusión o en terapia, están tratando de racionalizar su discusioón o terapia, están tratando de racionalizar su propio consumo, criticando lo que ellos llaman hipocresía de los adultos. En la práctica no es difícil distinguir entre los adolescentes realmente preocupados y la juventud drogadicta que sólo está justificándose. Los primeros merecen ayuda real mientras que los segundos necesitan educación. El uso de drogas de los adultos no excusa el consumo adolescente bajo ninguna circunstancias: debe ser para los chicos una retirada.

Adolescentes con hermanos y compañeros drogadictos

El segundo problema, y uno de los más dolorosos para mí, es el de los adolescentes que tienen que enfrentar e interactuar con sus hermanos y compañeros drogadictos. En nuestra sociedad el adolescente proecupado tiene medios muy escasos para actuar en contra de la libertad de sus compañeros. Los adolescentes que no usan drogas y tratan de quejarse del consumo de los demás, reciben advertencias para que se ocupen de sus propios asuntos cuando se trata de opciones personales. Por desgracia, ésta es la forma en que la mayoría de la gente enfoca este asunto.

Los dos problemas que he descrito son manifestaciones comunes y difíciles de la epidemia de las drogas. Me gustaría esbozar algunos parámetros para manejarlos. Primero, las preocupaciones de los adolescentes con este tipo de problemas deben tomarse con seriedad; quitarles importancia no sólo está mal desde el punto de vista humanitario, sino que hace que este tipo de mensajes pierda su fuerza: si no se puede ayudar a un chico a manejar estas preocupaciones se le podrá ayudar para prevenir o tratar cualquier problema de drogadicción? Segundo, es importante abrir una posible solución al problema encontrando adultos qu epuedan ayudar a los adolescentes a manejarlo. Adultos que actúen como tales. Para manejarlos en casa podría ser útil la ayuda de otros miembros adultos de la familia o médicos. Respecto a los compañeros drogadictos, involucrar a los padres, maestros y consejeros puede traer buenos resultados.

En la relación maestro-estudiante, en la que buscamos una comprensión peresonal de la drogadicción, tal como la he descrito, a veces los jóvenes preguntan cosas sorprendentes y no siempre responden como uno quisiera. Sin embargo, muchas veces he encontrado que ese intercambio es informativo y recompensante para ambas partes.

 

 

 

 


 

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