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HOJA SUELTA
�Medicuchos!
 Eduardo Soto P.
Gretel es el nombre ficticio del que me valdr� para hablar mal de un par de m�dicos, uno de ellos del Seguro Social, y el otro un prominente ginec�logo de la ciudad. Resulta que Gretel se desmay� una noche de estas, luego de una arterial hemorragia vaginal. Fue a parar a urgencias del Seguro Social y la subieron al sal�n de operaciones, donde un ej�rcito de hombres y mujeres encapuchados pararon el sangrado y le salvaron la vida. A la sala de recobro se apareci� el anestesista, unos minutos despu�s de la intervenci�n. La linda Gretel (porque es bella la ni�a, con redondeces perfectas, exquisitas, y una boquita de az�car) estaba noqueada por el pentotal. Lo primero que se le ocurri� al tipo fue manosearle los senos -al menos ella sinti� eso, un manoseo-, luego le toc� la vagina, y por �ltimo �le hizo un profundo examen rectal! El anestesista asegur� que hac�a todo eso "para comprobar que no le hab�an dejado nada adentro durante la operaci�n". Gretel, as� drogada como estaba, supo que algo no andaba bien. �Qu� carajos hac�a un anestesista subiendo y bajando por los escondidos recovecos de esta mujer? Ella, inteligente y sagaz, le cont� a quien deb�a, su marido, y se form� el cataclismo. La denuncia fue puesta a los m�s altos niveles (suerte que el esposo embravecido no le arranc� la cabeza al medicucho, para disecarla y colgarla en la sala de su casa) y al tipo lo suspendieron, y creo que hasta preso est�. Al menos el conflicto est� en una fiscal�a para su soluci�n. El otro bochorno, con un ginec�logo en el ojo de la tormenta, le ocurri� a una querida amiga quien, cuando ten�a unos 30 a�os -de eso hace rato, rato- fue a hacerse un examen rutinario, y al m�dico se le ocurri� ponerse cari�oso. Sin mayores explicaciones, le dio media vuelta al portentoso cuerpo de la paciente (un mujer�n de proporciones escandalosas de la cintura para abajo) y procedi� al tacto rectal. Ella, con los ojos como baldes de lavar pregunt� "�y eso?", a lo que contest� el hombre, con sus dos manazas en las posaderas: "rutina, hija, rutina". Esta �ltima mujer guard� silencio, por ignorancia digo yo, y no fue hasta despu�s de muchos a�os cuando me lo cont� entristecida. �Cu�ntas no han pasado por lo mismo, sin saber qu� hacer! Si a m� me pasara, siempre y cuando el m�dico delincuente sea mujer...
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