El origen del ají data de siglos atrás en el Alto Perú, ahora Bolivia.
El ají podría usarse en la medicina occidental como un efectivo tratamiento para pacientes con artritis, según investigadores estadounidenses que confirmaron el vínculo entre el dolor (picor) asociado con el consumo de ají y el dolor asociado con la artritis.
El consumo de ají, al igual que la artritis, activa una familia de neuronas que transmiten la sensación de dolor. Los científicos señalaron que esta relación ayuda a entender la enfermedad y que una mayor comprensión de la artritis podría llevar a nuevos tipos de tratamientos en el futuro.
La capsaicina es la molécula del ají, que produce su picor y actúa específicamente en las neuronas que transmiten la sensación de dolor, pero si esas neuronas son estimuladas de manera continua se produce, a la larga, insensibilidad. Es decir, a su efecto doloroso le sigue una respuesta analgésica.
"Con estos descubrimientos, estamos empezando a entender por qué pacientes con artritis u otras condiciones inflamatorias, son más propensos a que sientan cada vez más dolor y sensibilidad al calor", señaló el doctor Clifford Woolf, del Hospital General de Massachusetts.