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Relaciones chino-americanas entran en zona de turbulencias

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Washington
AFP

A pesar del afortunado desenlace en el asunto del avión espía, las relaciones chino-estadounidenses entran en una zona de turbulencias con numerosos aspectos en suspenso entre Pekín y Washington.

Las dos partes no tendrán mucho tiempo para aprender las lecciones de las negociaciones que lograron el retorno a Estados Unidos de los 24 miembros de la tripulación del aparato de vigilancia electrónica estadounidense que chocó el 1 de abril con un caza chino cuyo piloto continúa desaparecido y se presume que murió.

Desde el 18 de abril, estadounidenses y chinos intentarán esclarecer el incidente y las cuestiones que reveló. Pekín exige que se terminen los vuelos de reconocimiento estadounidenses cerca de sus costas, lo que Washington se niega a aceptar.

Poco después del aterrizaje de emergencia del avión espía en la isla de Hainan, George W. Bush debía tomar una decisión sobre la demanda taiwanesa de comprar aparatos de defensa estadounidenses equipados con el sistema antimisiles ultrasofisticado Aegis. El presidente estadounidense optó por diferir su decisión, que ahora se espera para fin de mes.

China lleva a cabo una importante campaña de relaciones públicas para disuadir a Washington de esta venta, que culminó con la visita a Washington del viceprimer ministro Qian Qichen, líder de la diplomacia china.

Los dos países también están profundamente divididos sobre los derechos humanos, mientras varios universitarios chinos que enseñan en Estados Unidos están detenidos en China.

Mientras los 24 militares estadounidenses no habían sido liberados, Washington no dudó en presentar el miércoles ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, una resolución que condena las violaciones a los derechos humanos en China.

En público, la administración estadounidense afirma que siempre se puede mantener una buena relación de trabajo con China.

"El presidente considera, dada la conclusión de este asunto (...), que el marco para relaciones productivas con China fue preservado, pero hay muchos detalles importantes que todavía falta determinar", declaró el portavoz presidencial Ari Fleischer ayer jueves a la prensa.

"Mucho depende ahora del gobierno chino (...) Veremos lo que pasa mientras se hace camino", declaró por su parte la consejera de seguridad nacional de Bush, Condoleezza Rice.

Pero el riesgo de los dos lados del Pacífico es que la crisis no refuerce a los defensores de la línea dura. "El peligro, actualmente, es claramente que la crisis dé alas a los halcones en China y Estados Unidos, y que la administración Bush ceda a las presiones republicanas anti-chinas y acepte vender armas de alta tecnología, con fines desestabilizadores, a Taiwán", señaló John Gersham, del grupo de reflexión Focus sobre política extranjera.

En el Congreso estadounidense, una resolución contra la candidatura de Pekín a los Juegos Olímpicos 2008, adoptada en comisión, será próximamente debatida por la Cámara de Representantes.

En ese sentido, el embajador chino en Estados Unidos, Yang Jiechi, dirigió una carta a los parlamentarios estadounidenses en la que afirma que "ningún individuo u organización tiene el derecho de influir en el Comité Olímpico Internacional sobre este tema".

El Congreso también deberá prolongar esta primavera (boreal), por un año, el estatus de socio comercial normal acordado a China el año pasado, y que no se transformará en permanente hasta que el proceso de adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) haya terminado.


 

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