A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
Crueldad
con los animales (II)
Redacción
Por ello, es
que no comprendemos esa reacción violenta y cruel de un
acaudalado guarareño, que al observar a su nieto caerse
de un caballo, fracturándose un brazo, amarra al cuadrúpedo
con una soga de "nylon" en la defensa posterior de
su potentísimo camión y lo pasea por todas las
calles del pueblo a cierta velocidad y cuando nota que el animal
empieza a manifestar pérdida de fuerza, acelera el vehículo
y al darse cuenta de que estaba totalmente fatigado, entonces
aumenta la velocidad y lo arrastra por las principales vías
de la comunidad de Guararé, hasta dejarlo prácticamente
descuartizado. ¿Merecía el caballo esa horrible
muerte? ¿De quién fue la culpa, del animal o del
abuelo que sin tomar las debidas precauciones, permitió
que su nieto montara la bestia?.
Otro acto de crueldad, que frecuentemente observamos en el
matadero de Chitré, es aquel de sacrificar vacas con hasta
seis, siete u ocho meses de embarazo. Al botar los desperdicios
en un lugar abierto cerca del matadero, perros hambrientos se
pelean a los terneros que, todavía vivos, patalean agónicos
en las placentas abandonadas. ¿Por qué las autoridades
municipales, particularmente el veterinario responsable del control
sanitario de ese local, acepta que se maten vacas en avanzado
estado de preñez? ¿Por qué permiten que
los terneros mueran destrozados por los colmillos de famélicos
perros?
Asimismo, consideramos que el hombre es terriblemente cruel
cuando les ofrece comida envenenada a gatos y perros, con el
propósito de eliminarlos. Cuando amarran o encierran por
varios días a los animales sin agua ni comida. Cuando
se van a la playa El Agaillito y a la del Retén con rifles,
revólveres y escuadras a probar puntería, matando
indefensas tijeretas, cuacos, chirelas, palometas, cuervos, garzas
y otros animales marinos. Cuando maltratan y golpean sin necesidad
a caballos, terneros, puercos, perros y hasta cuando ponen cabeza
para abajo a las gallinas.
Sin embargo, como si todo lo arriba expuesto fuera poco, en
Portobelillo de Parita se repite con bastante regularidad uno
de los actos más horripilantes que en verdad desfigura
al ser humano. Resulta, que en ese lugar, ubicado al Este de
la provincia de Herrera, se conserva la última manada
de monos que viven en los pocos montes que aún quedan
por esos lares. Y lo más inconcebible es que el grupo
de los monos cada vez tiene menos integrantes porque unos forajidos,
-enfermos mentales diría yo-, con mortíferas armas
los matan por placer. Divertidísimos hacen blanco y gozan
con el asesinato del animal. Los monos, que son casi humanos,
cuando hieren a uno de sus compañeros, en un gesto de
solidaridad y exponiendo sus vidas, comienzan a ponerle hojas
a la herida de su amigo tirado. Yo me pregunto: ¿Quién
es el animal, el mono o el hombre?
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