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De los empresarios se espera que no le hagan trampa a sus trabajadores a la hora de pagarles los salarios; de los obreros, que laboren a ciento por ciento en sus puestos de trabajo, dando lo mejor de sí y superando las expectativas de jefes y clientes.
Al taxista se le pide que no abuse de sus clientes, y que sea fiel a las tarifas. Igual al médico, de quien se espera que por encima del dinero, ponga la salud de sus pacientes.
También se puede decir del periodista, que no acepte dinero ni regalos de sus fuentes informativas, y que siempre que tenga una nota, contraste siempre sus datos para brindar todos los ángulos de un hecho al público.
Los ejemplos son muchos, y la lista interminable.
En Panamá debe ponerse de moda la honestidad, porque a todos los niveles se aprecia la falta de lealtad a los principios de honestidad y claridad que le dan salud espiritual a un pueblo.
Todos debemos trabajar por mejorar las cosas, comprometiéndonos con las nuevas generaciones para que no encuentren un mundo destruido por la mentira y el juega vivo. |
