Lunes 22 de febrero de 1999

 








 

 


FAMILIA
Drogadicción: Una enfermedad progresiva, incurable y fatal

Joaquín A. Arias E.
Presidente Pro Vida

Muchas personas alimentan la peregrina idea de que solamente toca fondo aquel pobre enfermo adicto que por las calles exhibe la miseria de su enfermedad; y con este concepto, a todas luces equivocado, las personas caminan por la vida tratando de engañarse y ocultando su propia adicción, que no puede o no quieren verse tras la imagen de ese otro pobre adicto, que simplemente llegó más lejos más pronto. Por mucho tiempo se pensó que lo último, o el fondo a donde llega un drogadicto tiene que ser el de deambular por las calles vagabundo y perdido, o, volverse loco y acabar en una celda en la cárcel, pero hemos cambiado de opinión al ver que ciertamente sólo una pequeña porción de los adictos y alcohólicos posiblemente no más del 5 por ciento llega a tan lemantable final.

¡ATENCION FAMILIARES!

El adicto que es protegido de la realidad de su conducta, no tiene ningún motivo por el cual dejar de consumir. Las drogas que alteran las emociones, son sustancias químicas que producen placer, que se toman con el deseo de cambiar los sentimientos, la conciencia de los problemas y las tensiones; el consumidor desea achisparse, sentirse feliz, tener mucha energía, aumentar la confianza en sí mismo, o, por el contrario puede desear las drogas para relajarse, para dormir, para hablar con seguridad o simplemente para sentirse diferente. Estas drogas por lo general crean un fuerte hábito de consumo en la persona; muy raras veces las prsonas se proponen hacerse adictos. Simplemente desean sentir los efectos de la droga a corto plazo. Casi invariablemente los consumidores comparten la actitud de, "si alguna vez llega a ser un problema la dejaré". Lo que la persona no logra darse cuenta es que cuando progresa la enfermedad de la dependencia química en el consumidor, se manifiesta un sistema de negación haciendo de la persona en el consumo, la última en darse cuenta que tiene un grave problema de drogadicción.

El adicto es un individuo que ha perdido la capacidad para controlar los químicos, es simplemente un ser humano cuya vida es controlada por las drogas, su vida entera y sus pensamientos están centrados en las drogas de una u otra forma; sólo piensa en obtenerla, usarlas y cómo conseguir más.

Estamos convencidos que el adicto es un ser que se encuentra a merced de una enfermedad progresiva, incurable y fatal; y que de no contener esta al correr del tiempo se irá poniendo cada vez peor, nunca mejor. Siendo conducido por las tres realidades del adicto: la cárcel, los hospitales o la muerte. El adicto a las drogas es víctima de una obsesión mental tan sutilmente poderosa que ninguna, pero ninguna fuerza de voluntad humana puede abatir; no se puede pensar en una victoria personal sobre esta compulsión, sin ayuda ajena. El adicto ha perdido la fuerza de voluntad una vez empieza, no puede detener el consumo; la creciente sensibilidad hcia las drogas es como una alergia: tiránicamente la droga blandía sobre sus cabezas una espada de doble filo, primero: golpea al individuo con un frenético deseo que lo condena a drogarse y luego con una alergia del organismo que despidadamente lo hace destruirse a sí mismo durante el proceso. ¡Así funciona esto!

La obsesión más grande del adicto es que algún día el controlará y lo pasará bien con la droga; la persistencia de esta ilusión es totalmente asombrosa, muchos la siguen a las puertas de la locura o la muerte. Hemos confirmado que la drogadicción es una enfermedad emocional, mental y física, con síntomas de alienación, negación, dependencia física y sentimientos inadecuados; para dar una descripción más clara y profunda sobre este flagelo, decimos: que la adicción es una enfermedad progrsiva e incurable que noss afecta física, mental, emocional y espiritualmente. El aspecto físico de la enfermedad, es el consumo tan compulsivo de drogas, la inhabilidad de frenar una vez se ha empezado el consumo. El aspecto mental, es enl a obsesión, ese poderoso deseo que lleva al enfermo al consmo mientras la droga destruye su vida. Y el aspecto espiritual de la enfermedad, esta es la protección al consumo, ese total egocentrismo en el que vive dicho individuo. "Esta enfermedad sólo la suele vencer un despertar espiritual".

 

 

 

 



 

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