A ORILLAS DEL RIO LA VILLA
El siglo que agoniza

Santos Herrera

El siglo que agoniza ha sido duramente abatido por catástrofes naturales y también por hecatombes provocadas por el hombre. Dos guerras mundiales, explosiones atómicas, revoluciones, deforestaciones que pueden calificarse como crímines ecológicos de lesa humanidad, contaminaicón, destrucción de la capa de ozono y otros males de efectos tan negativos para la naturaleza, que son irreversibles. En la presente centuria se ha causado más daño a la tierra, que en toda la historia de la humanidad.

Y como si esto fuera poco, en la segunda mitad del siglo veinte se presenta el flagelo de las drogas con su terrible secuela destrucción física y moral. Las garras de la drogadicción vienen acorralando a una considerable porción de la juventud mundial, en particular, la de los países capitalistas. El vil tráfico de los estupefacientes es una larga cadena en la cual participa mucha gente de distintas nacionalidades sin descartar el apoyo disimulado o abierto de autoridades y de políticos influyentes, que al igual que los principales capos de la mafia, son en última instancia, los más favorecidos económicamente, en ese infame negociado.

Nuestra nación no está libre de ese peligro y más por su condición de país de tránsito y cosmopolita. El problema se hace más serio cuando en los tres últimos años, el consumo de toda clase de drogas ha aumentado en la República de Panamá. En la actualidad, el maldito mal, que antes sólo se observaba en las ciudades canaleras de Panamá y Colón, ha extendido sus tentáculos a las ciudades del interior y para desgracia de nuestra juventud, hasta llega a muy apartados pueblitos de la campiña interiorana. La red de distribuidores de cocaína ha penetrado tanto en las diversas esferas sociales, que no ha respetado ni el sacrosanto recinto de las escuelas primarias y su veneno ha provocado daños al alma pura de esos niños.

Asimismo, ya empiezan a sentirse los estragos del uso de las drogas. La mayoría de los pacientes recluidos en los hospitales siquiátricos y de los dementes que deambulan desnudos y como verdaderas piltrafas humanas por las calles de las ciudades, son enfermos, víctimas de las drogas que les han carcomido las células cerebrales. Además del infierno que envuelve al drogadicto y a sus familiares, está el peligro permanente de contraer el SIDA, catalogado como la más terrible plaga en la historia del hombre, que amenaza con exterminar más vidas que todas las epidemias juntas y las innumerables guerras, que hasta ahora han azotado a la humanidad.

No obstante el peligro real que constituye en la sociedad panameña el consumo de drogas, muy pocas son las voces que se escuchan en los medios de comunicación social, denunciando el mal y previniendo de sus peligros a la juventud.

 

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
La orquesta del Club Unión se distinguió como una de las mejores de todo el país


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, abandono a los ancianos


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