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A veces da risa escuchar las absurdas promesas que hacen algunos al terminar el año. Es una vieja costumbre comprometerse a ser mejor el otro año.
Pienso que esto se hace como una especie de "descarga emocional", para cubrir los errores cometidos durante el año que termina.
Aunque muchos saben que será difícil y hasta imposible cumplir las promesas de Año Nuevo, siguen con la costumbre de hacerlas.
Incluso hay quienes las escriben y ponen el documento en un lugar visible, para que sirva de reforzamiento a su endeble voluntad de cambiar la manera de ser.
Por eso no aguantaba la risa esa mañana en el viejo café de Santana, por las estrambóticas y absurdas promesas que hacían algunos de los parroquianos de la mesa bochinchosa.
Figúrense que el desempleado, sin desparparjo alguno, gritó que este año buscaría un empleo digno de su persona.
El político no se le quedó atrás. Prometió que en el 2004 sería sincero con el pueblo, que lucharía por los mejores intereses de la patria, etc., etc.
No pudo evitar esta sarta de absurdos el Universitario. Muy orondo prometió que estudiaría mucho el nuevo año y se alejaría de la vagancia y las actividades de tira-piedras.
Casi no aguantó la carcajada cuando el comerciante prometió que vendería barato y que no engañaría a los clientes.
Siguiendo con el relajo el Funcionario Público afirmó que en el nuevo año no miraría el reloj para salir temprano. Añadió con cara de "yo-no-fui" que trabajaría con entusiasmo y no pediría coimas ni "enjuagues" para hacer su labor.
El ñángara, comunistoide trasnochado, casi se atraganta con su promesa. Me pareció el más sincero. Pero siguió el ambiente del día.
"Prometo que el otro año seré cerrado con mis ideas y consideraré que los capitalistas no son tan malos como lo pinta Marx", afirmó muy serio.
Claro que los del PRD y Arnulfistas prometieron ser "más buenos que un pichón de paloma".
El copón fue el Cholito Mesero. Prometió que no sería chismoso ni interesado en las propinas. ¡Qué descaro, caramba! |
