CRITICA EN LINEA 

 

S E C C I O N E S

EPASA EN LINEA

EL PANAMA AMERICA

DIAaDIA EN LINEA

REVISTA SIETE!


primera plana

portada

al cierre

nacional

política

opinión

economía

el pueblo habla

comunidad

provincias

nuestra tierra

deportes

el mundo

viva

agenda

sociales

sucesos

 


FAMILIA
  OPINIÓN


El hombre civilizado clásico

Por: Hermano Pablo | Reverendo

Un grupo de científicos, dirigidos por el psicólogo George Bancroft, realizó una encuesta interesante entre hombres de clase media alta, a los que calificaron como representantes clásicos de nuestra civilización moderna. Entre éstos había hombres de negocios, deportistas, profesionales, médicos, abogados, profesores universitarios, diplomáticos, artistas de cine y escritores.

El propósito de la encuesta era conocer las aspiraciones del tal llamado "hombre civilizado clásico". He aquí lo que descubrieron: El hombre civilizado clásico aspira a tener montones de dinero, una esposa atractiva, dos automóviles deportivos, un chalet de veraneo además de una bonita casa en la ciudad, y alguna buena medicina contra el tedio. ¡Qué revelación tan intrascendente, que el hombre moderno clásico no tenga más aspiraciones en la vida que ésas!

Es que la civilización actual es egoísta, materialista y sensual. Se basa en la filosofía del placer inmediato. Busca solamente lo superficial, lo material. Es la civilización del dinero, del lujo, del bien vestir y del buen comer, del baile, del cine, del teatro, de la fiesta, del licor, de la droga, de la orgía. Es una civilización perfectamente adaptada a las pasiones sensuales y carnales del ser humano que de moderna-clásica sólo lleva el nombre, pues es tan vieja como la Sodoma y el Egipto de Abraham, y tan perdida como la Grecia y la Roma de Nerón.

Contra esta civilización materialista, humanista y sensual se levanta la civilización cristiana auténtica. Es la civilización del reino de Dios, que Cristo delineó cuando predicó el Sermón del Monte y estableció sus principios morales y fundamentales. Es una civilización en que la naturaleza pecaminosa deja de ejercer dominio y el Espíritu se apodera de la voluntad de la persona. Porque mientras sigamos el camino del hedomismo y de la sensualidad, éste nos llevará a la destrucción.

Como un acto de sobrevivencia, renunciemos a la civilización del descreimiento y del orgullo, y sometámonos a Jesucristo, el Señor del universo y dueño de todos los reinos de este mundo.



OTROS TITULARES

Roosevelt y Harmodio

Sin embargo, no celebro si no hay licor

Viaje

Insisto, no más niños prisioneros

El hombre civilizado clásico

Buzon de los Lectores

Se acaba el 2004 y vienen los paseos

 


 

  

 

linea
linea gris
 

   Copyright © 1995-2004, Crítica en Línea-EPASA 
Todos los Derechos Reservados