La historia la escriben los vencedores, una frase que a través del tiempo se ha convertido en una realidad, por la perseverancia que han mantenido sus protagonistas en cada una de sus especialidades.
Cuando usted, escuche los nombres de Néstor Quiñonez, a “Plomo” Espinoza, Pedro “Pellín” Avila, Lázaro Frutos, Carlos Cruz y Samuel Steel en la disciplina deportiva del boxeo, como panameños que somos nos debemos sentir orgullosos. Quíntuples figuras, que en el arte de fistiana (las narices chatas y el coliflor), se han destacado diáfanamente como hacedores de campeones del mundo y que hoy por hoy como “héroes” anónimos no se les hace justicia a la que son merecedores.
El túnel del tiempo, es el mayor testigo de sus hazañas como estrategas de cada uno de los púgiles que suben a un tinglado, no solamente en la búsqueda de una victoria o una derrota, sino en el interés de encumbrados como campeones del mundo, y en esa dirección podemos hablar con propiedad que “Plomo” Espinoza, “Pellín” Avila, Lázaro Frutos, Carlos Cruz y Samuel Steel, lo han logrado.
Los conocedores del boxeo, me dirán y qué pasó con los que ya se fueron (Leonel Hoythe, Henry Douglas, Angel “Cuco” Rodríguez, Francisco Betegón y Ramón “Curro” Dosman entre otros), señores nunca nos olvidaremos de ellos, ya que representan el “ícono” de uno de los deportes más queridos de este pueblo: el boxeo, cuya sacrificada labor se remonta al milenio pasado, con muy buenos perfomances en la parte profesional y no en el amateurismo como realmente debió ser, ya que allí se inicia el ciclo del atleta.
Enumerar los logros de Espinoza, Avila, Frutos, Cruz y Steel nos obligaría a pergueñar cuartillas en abundancia, pero veamos someramente qué hizo cada uno de ellos en su momento:
“Plomo” Espinoza inició su carrera profesional de entrenador en el año de 1956, llevando a la cúspide de campeones del mundo a Luis Ibarra, Wilfredo Gómez de Puerto Rico; Alfonso López, Jorge Luján y dicho sea de paso al “siempre viva” Roberto “Mano de Piedra” Durán, este último campeón en cuatro divisiones distintas.
Pedro “Pellín” Avila, de boxeador a entrenador, dio el salto en el año de 1970, encumbrándose con Hilario Zapata, Wilfredo Gómez de Puerto Rico, Antonio Esparragoza de Venezuela, Bernardo Piñango de Venezuela, Víctor Córdoba, Rosendo Alvarez de Nicaragua y Luis Pérez también otro boxeador de Nicaragua.
Lázaro Frutos otro de los “íconos” de nuestro boxeo, mantuvo bajo su férula a Hilario Zapata, Prudencio Cardona de Colombia, Alfredo Layne (q.e.p.d.), Rodolfo Blanco de Venezuela, Ricardo Cardona de Colombia y Alfonso González también de Colombia. Es más Lázaro Frutos nacido en Puerto Pilón de Colón, también fue boxeador al igual que dos hermanos más y un hijo que recién se retiró del pugilismo y su carrera como tal se da inicio en los años ’70.
Carlos Cruz quien también fue boxeador, junto a Lázaro Frutos, compactan una cuadra invencible de la década del 70, el siglo pasado, cosechando triunfo tras triunfo con el irlandés Barry Mc Guigan, Rodolfo Blanco de Venezuela; Antonio Cervantes (Kid Pambelé), y el que él considera su encumbrada carrera y contratado en Japón, lleva el título del mundo al nipón Tadachi Tomory.
Poco se habla de otro entrenador, quien sigue entregado al boxeo como tal (técnico y estratega), Samuel Steel, conocido como el remoquete de “Cerebro”, muy silenciosamente convierte en monarca mundial del paso gallo a Enrique “Maravilla” Pinder, gracias a esa visión que tuvo en su momento el hoy desaparecido Isaac Kresh, hombre que entre sus campeones y favoritos lo fue el “Tigre de Santa Isabel” Ismael Laguna.