Es una lastima ver cómo los hombres y mujeres desperdician su vida con una soga al cuello; lanzándose desde el Puente de Las Américas, con un disparo en la sien; en una balacera de pandillas o de una sobredosis de droga.
Quizás los problemas son muchos, pero nada justifica un acto de esa magnitud. Acabar con su propia existencia, misma que Dios nos regaló con mucho amor es un pecado mayor.
Cada uno elige el camino que desea seguir. El corto, de la violencia, la ignorancia, la desidia, la maldad; o el largo de la felicidad, del amor, la esperanza y la riqueza espiritual.
Dios, tus hijos se mueren por falta de valores, de respeto, por la avaricia y el vicio. Por falta de paciencia, por desesperación, por un problema amoroso o por unos cuantos dólares.
Si seguimos así, Panamá se quedará sin hijos. Hombres y mujeres, que necesita este país. Hijos que necesitan a su madre y a su padre. Hermanos que necesitan a sus hermanas, en fin, gente que conocemos o no, pero que sabemos que son hijos, padres o madres.
Las estadísticas son alarmantes y no hay forma de meterle miedo al miedo. No hay quien los detenga en su largo camino de agonía. No hay sicólogo que ayude, ni doctor que cure. No hay cárcel que conocemos o no, pero, que sabemos que son hijos, padres o madres.
Reflexionemos y miremos con optimismo el futuro, pensemos que no hay nada imposible y que no existe barrera que no se pueda cruzar. Miremos la fortaleza de cada niño símbolo de la Teletón, aprendamos de ellos, que desde el principio mismo de sus caminos son ganadores. Y miremos más allá, que no hay problema que no se pueda solucionar. |