Muchas cosas se publican a diario sobre el SIDA; las estadísticas de enfermos por regiones en el planeta, los horrores a que se ven sometidos quienes contraen el mal y uno que otro consejo para evitar ser contagiado, pero muy pocos se refieren a la conducta desviada y al abandono de valores en la sociedad actual.
La fabricación de bebidas alcohólicas a gran escala, convertida en una industria floreciente, el consumo de la droga y el nuevo escenario en el que se mueve la familia dentro y fuera del hogar, podrían ser elementos que lleven a descubrir la clave de un síndrome que amenaza a la humanidad, antes de que los científicos encuentren la cura por vía medicinal.
Sabido es que el consumo desenfrenado de bebidas alcohólicas y droga convierte al individuo en un ser totalmente dependiente y esclavo de sus propios errores.
Ambas sustancias han pasado a ser una economía emergente en el mundo de hoy, al punto que sus detentadores logran penetrar empresas poderosas y estamentos gubernamentales, y desde allí corrompen y maniatan la justicia.
En el hogar sucede otro tanto, jóvenes de ambos sexos son atraídos, desde temprana edad, por la publicidad y el modelo de vida consumida para entrar en ese túnel oscuro de la droga y el alcohol que serán su propia destrucción.
Sobre la premisa de la recaudación de impuestos, los municipios permiten y aprueban la instalación de cantinas y cuanta iniciativa promocional se les ocurre a quienes han hecho del negocio su forma de amasar dinero.
En feria, fiesta patronales, eventos caseros y tantos otros acontecimientos, se instalan las venta de bebidas alcohólicas, donde ingresan menores de edad, que liban hasta altas horas de la noche.
Todos estos factores sumados, también sustentan las estadísticas que a diario nos presentan quienes están preocupados por el avance del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
