En todas las estructuras laborales siempre hay un alma que trata de inyectar el espíritu de la Navidad. Esta persona empieza picando a los demás sobre las ideas de regalar a los niños, realizar una cena entre compañeros (cada quien pagando los suyo) y ejecutando el juego más famoso de diciembre: AMIGO SECRETO.
Uno que otro acepta y se ponen las reglas. Se dice que se darán tres regalos pequeños. La mayoría regala galletitas, chocolates y chucherías que no pasan del dólar. El regalo final se acuerda que será como mínimo diez dólares. Todo el mundo hasta ahora está ok.
Comienza el encanto de la Navidad. Los "amigos secretos" se esconden para forrarle el regalito a sus compañeros. Ellos usan el baño o sus cubículos para que nadie se dé cuenta. Es divertido hacerlo, sobre todo porque se espera sorprender a quien se regala.
Todo bonito. La gente comienza a abrir sus primeros presentes, salvo uno o dos que gritan por ahí: "A mi no me han dado nada...el otro año no cuenten conmigo..." La carcajada se logra escuchar al final con una frase inquietante y cizañoza que dice: "Ese amigo tuyo es un duro. ¿No te ha dado nada? no'mbe, así no se puede".
Al final de la tarde, alguien le envía un mensaje al quejoso. En el papelito dice: El día de la fiesta te daré tus tres regalos y el principal, tu amigo secreto.
La gente se prepara para el día final. Las chicas salen con que lo hombres no saben regalar y otros sólo callan.
Llega el día esperado y comienzan a llamar a fulano y a mengano. En el momento algunos no deciden abrir sus regalos allí y esperan abrirlo en casa y es allá donde se llevan el chasco navideño. El gran obsequio es una galleta, supuestamente fina e importada. Muchos se comienzan a cabrear y terminan por decir que esa vaina no sirvió, que era una porquería y que el otro año no participarán. Se acaba el año 2005, llega diciembre del 2006 y ¿adivinen qué?. Vuelve y traba y comienza la vaciladera del amigo secreto. Todos se inscriben, incluyendo aquel que no le gustó la vaina el año pasado.
Moraleja: Participa siempre. No mires qué te regalan, sino qué escribieron. En el mensaje el sujeto expone su amistad, que es más valiosa que una galleta o un papel higiénicos.