Los panameños no debemos olvidar la gesta del 12 de diciembre de 1947, cuando la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) demostró su compromiso con la soberanía nacional al oponerse al tratado Filós-Hines, que permitía la ocupación permanente de bases militares de los Estados Unidos fuera de la antigua Zona del Canal.
Hombres de la talla de Carlos Iván Zúñiga y Secundino Torres Gudiño, por citar solo dos, formaban parte de este grupo de jóvenes que comprendieron que su compromiso histórico era "sepultar la política de PANAMÁ SEDE.
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses mantenían diseminados por nuestro territorio una docena de bases militares. Este movimiento estudiantil tuvo los resultados esperados ya que la Asamblea Nacional de Diputados rechazó el oprobioso convenio Filós-Hines y la nación ganaría respeto internacional. La Federación de Estudiantes de Panamá ganó respeto internacional y su gesta marcaría la ruta de descolonización.
Inspirados por esta lucha en la década de los años 50 del siglo pasado surgieron diferentes movimientos. Posteriormente, se ensayaron más protestas en la década del sesenta que dieron como resultado los incidentes del 9 de enero.
Esta fue la lucha de David contra Goliat, en la que Panamá logró lo que otros pueblos jamás han podido alcanzar, la liberación total de su territorio y la recuperación de su soberanía. Los panameños han dado uno de los mayores ejemplos de valor y sensatez de la historia.
Tras largas negociaciones de los tratados Torrijos Carter de 1977, los panameños hemos cumplido con nuestra agenda libertaria y consolidamos una estrecha relación con los Estados Unidos que nos devolvió el Canal, retiró sus bases y revirtió las tierras ocupadas.
Esta historia no podrá nunca ser manchada por los actos de un malhechor y su grupo de cómplices que quiso apoderarse del espíritu nacionalista de lucha para llevarnos a un absurdo enfrentamiento con Estados Unidos, que al final resultó en su encarcelamiento.