He decidido romper el silencio que me impuse voluntariamente sobre el tema de la Ley Faúndes. Esta disposición indica que cuando se llega a los setenta y cinco años, tienen que jubilarse ciertos funcionarios públicos.
Esta ley se ha aplicado en la Universidad de Panamá y ha causado algunas críticas. Los que estamos de acuerdo... callamos para que no crean que no tenemos solidaridad con los colegas, etc. La verdad es que detrás del asunto hay... ¡dinero! Un profesor viejo tiene un alto sueldo, sobre todo si es regular. Si se jubila con el Seguro Social, perderá más de la mitad de su sueldo. Claro que no es conveniente jubilarse y quedar con el cheque por menos de la mitad, cuando la vida en Panamá cada día es más cara.
Además, hay muchos ancianos profesores que tienen todavía deudas, ya sean propias, de hijos y hasta nietos. Así que la plata no sobra. Añada a esto algunos casos de personas con buena salud, y por eso sí sienten que pueden seguir trabajando.
Pero hay que ver el otro lado de la moneda. Con la edad algunas facultades se van perdiendo. En la Universidad han habido ejemplos lamentables de profesores que siguieron trabajando... aunque no podían. Todavía recuerdo a una distinguida profesora (ya fallecida) que seguía cobrando su sueldo... a pesar de estar incapacitada en su casa. Profesores Asistentes "cubrían" sus horas.
Eso puede ser humano (el dinero se necesitaba), pero ¿será legal y justo? También recuerdo el caso de otro docente que la esposa lo tenía que llevar porque no caminaba bien. Ella pasaba la lista y el docente dictaba la clase magistral. La misma esposa se encargaba de corregir los exámenes.
Otro docente está casi ciego pero no se incapacita porque perderá dinero. Tiene constantes problemas con el grupo y no hay manera de convencerlo que no puede seguir trabajando. Y unos por cuestiones de edad le cogen "tirria" a los alumnos, pues no los soportan. Entonces los jóvenes se molestan y obstaculizan las clases.
Claro que hay que aprovechar la experiencia de los años, pero eso no significa que el docente viejo se quede en su cátedra "hasta morir". Impide esto el ascenso de profesores jóvenes... Personalmente no espero llegar a "arrastrar los pies" por los pasillos de la Casa de Méndez Pereira, siendo el hazmerreír de jóvenes irrespetuosos.
Esto se solucionaría con una mejor jubilación, cosa que saben muy bien los Rectores de los últimos doce años, pero que no pudieron solucionar el problema. Si el docente viejo desea seguir contribuyendo a la educación, podría hacerlo con asesorías, charlas especiales, investigaciones. En fin, otras actividades adecuadas a sus canas. |