Antes que nada, deseo felicitar a todos los medios de comunicación social-programas de opinión, comentaristas, editorialistas, etc.- que tuvieron su momento, en su respectivo medio, de expresarse en torno al incidente con Su Excelencia, Ernesto Pfirter, Embajador de Argentina, ante nuestro país. Fueron protestas enérgicas, airadas y sobrias, pero sobretodo, muy nacionalistas. Repito, ¡los felicito!.
Yo también quiero dejarme pronunciarme, y he aquí mis puntos de vista.
Para empezar, mi pluma no es defensora de oficio de nada ni de nadie, por lo que mi posición es imparcial al señalar que el caso argentino-panameño se parece mucho a esas empresas, y aún instituciones y ministerios, en donde el mal trabajador es premiado con ascensos, aumentos y hasta prebendas, mientras que el trabajador honrado, honesto y transparente, es castigado sin derecho a replica.
En el caso que hoy nos ocupa, la Embajada de Argentina está siendo fustigada en todas las formas como el verbo respetuoso es capaz de hacerlo... Nunca antes, en los últimos tiempos, había visto ni escuchado posiciones tan radicales como las que hoy se lanzan en contra del Embajador de Argentina, don Ernesto Pfirter, en cambio la Embajadora de EE.UU., Sra. Linda Watt, convoca a conferencias de prensa, asiste a foros, o es la oradora de fondo en eventos socio-empresariales, y hasta estatales, ocasiones cuando no sólo "diplomáticamente" sacia su resentimiento hacia los panameños, sino que también nos señala qué debemos hacer, especialmente cuando de nuestros tribunales de justicia se trata. Y la pregunta es: ¿por qué el Embajador Pfirter es considerado irrespetuoso, mas no así la Embajadora Watt, si ambos hicieron el mismo cuestionamiento público respecto de nuestro sistema judicial.
En otro escrito, bajo el título, ¡Publíquese y cúmplase! daré seguimiento a estas reflexiones para que sean ustedes, mis caros lectores, quienes pasen juicio sobre este "teje-meneje" diplomático.
¡Au Revoir!