No todo es envidia en nuestras barriadas populares. Muchos de nuestros vecinos y amistades de toda la vida se alegran y aplauden cuando uno de su propio entorno logra destacarse económica y/o socialmente.
El hecho de que una persona que hoy en día ocupa una alta posición, fue alguien que en su momento corrió y jugó en las mismas calles humildes que ellos, es motivo de orgullo y de esperanza para todos los que están hoy día en la cama de los perros.
Es cierto que hay unas que otras unidades que solo buscan a sus viejas amistades con dinero para exprimirles algo de esos verdes. Pero no por eso aquellos que tuvieron orígenes humildes y ahora han triunfado, deben pensar que todos sus viejos amigos pobres tienen las mismas intenciones.
Ni mucho menos, utilizar ese pobre argumento para justificar lo que a muchos nuevos ricos les pasa: después de haber venido de abajo, ahora se creen de sangre azul. Se encumbran a ellos mismos más que un rabiblanco, y olvidan de donde vienen.
Señores, el dinero viene y se va. Ahí está la crisis financiera internacional, que le ha vaciado los bolsillos a millones de personas en todo el mundo, y ha dejado sin casa a muchos otros más. Hace 6 meses, todos estaban forrados.
Solo las relaciones familiares sólidas y las amistades genuinas quedan Viva, Crítica en Líneas una vez hemos caído en "la podrida". Cuando estamos en la buena, muchos no queremos saber de nadie; todo es "yo, yo y yo", y al diablo con los demás.
Pero el verdadero valor de las personas, así como las amistades, se miden no en los momentos de vacas gordas, sino en las crisis. A aquellas personas que nos tendieron la mano mientras estábamos abajo, no debemos darle la espalda ahora que vemos todo desde la cima de la montaña. A esos hay que devolverles el amor que nos han regalado, en las buenas y en las malas.