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Para Rosa las limitaciones de la región son compensadas con el cariño que le entregan estos pequeños. Una maestra multigrado que supera los obstáculos de la distancia con la vocación por su profesión.  |
Rosa Mosquera, de 20 años, dejó a un lado las fiestas y el tradicional jolgorio que distinguen a la Barriada 24 de Diciembre, en la capital, por la pasividad de Balsal, en Darién. Su profesión de maestra, pero sobre todo "la vocación por lo que hago", se lo permitieron.
Una comunidad fronteriza, situada a unas 4 horas y media desde El Real en piragua. Allá, en medio de las tradiciones indígenas, Rosa encontró su segunda familia: unos 22 alumnos de primero a cuarto grado, de quienes funge como maestra multrigado, sus padres y el resto de los pobladores. Aquella mañana de viernes la encontramos justo cuando se disponía a iniciar una reunión con los acudientes.
Joven, de rostro fresco y una energía contagiosa, como lo ameritan sus 20 años, nos contó: "que amo lo que hago", a pesar de que las limitaciones de los lugareños, por las condiciones de vida en la región fronteriza no son el sueño del común de los maestros.
Sin embargo, al reto de la distancia se une el de ser la única docente de Balsal. Al mismo tiempo debe impartir las clases de español a los de primer grado, mientras los de segundo atienden las de estudios sociales y a pocos metros, los de cuarto, escuchan tal vez, conceptos de ciencias generales, todos en un mismo salón.
"Al principio fue difícil, pero uno se acostumbra y después ya no es nada del otro mundo"... "es cuestión de organizarse", así define Rosa su estilo. Como anécdota nos relató que para las festividades patrias no les hizo falta viajar a El Real, como generalmente hacen los niños de las comunidades vecinas, "nosotros mismos hicimos nuestra fiesta".
De ello fuimos testigos. En el techo de una vieja escuela de sólo dos salones, un tablero que solicita a gritos reemplazo y un anaquel con suficiente espacio para unos 50 libros, pero con sólo unos cinco, colgaban aún los globos tricolores que denotaban el fervor patriótico aún en la distancia.
Su ingenio y creatividad le permiten hacer de cada día de estos niños una aventura, al punto, que "me piden que no me vaya", señaló y sonrió reiterando "y yo no me quiero ir... aquí la paso bien". |