EDITORIAL
Los nuevos maestros
El trabajo que nunca se empieza es el que más tarda en terminarse, y nuestros educadores debieran entender esto de una vez por todas. Hoy, cuando se conmemora en todo el territorio nacional el día del educador, esta idea debiera inflamar todos los deberes, para que en menos de una generación el cuerpo de docentes del país, desde el preescolar hasta el nivel universitario, sea renovado en ideas, métodos y reserva cultural.
Y hay que asumir la acción con decisión inquebrantable, porque donde la voluntad abunda, siempre hay un camino. Panamá sucumbe hoy por las heridas de dos filos en su cuello: un sistema educativo extemporáneo, y un cuerpo de docentes desafinados, si se le compara con el resto de la orquesta académica del continente y del mundo entero.
Es menester sacudir el viejo árbol de nuestro engranaje educativo actual, para que caigan las alimañas que lo hacen infecundo. Y a todos nos incumbe este trabajo; dejar la labor en manos de los políticos sería una fatal repetición de los errores que mantienen al país cojo desde 1979, cuando se derrumbó la posibilidad de una reforma educativa que, aunque vista como inadecuada por algunos factores negativos que tenía en aquel tiempo, por lo menos era un paso en alguna dirección, y no el estanque en el que nos hemos quedado.
Fue Maquiavelo quien dijo que está permitido en tiempo de gran peligro, andar con el diablo hasta haber atravesado el puente. ¡Y Panamá vive tiempos de riesgo porque se está quedando atrás!
Se ha dicho hasta el cansancio que si cierras la puerta a todos tus errores dejarás fuera también la verdad. No importa tanto que nos equivoquemos -aunque sería lastimoso-; es más importante avanzar, empezar a dar los pasos de la larga caminata que significa dejar el subdesarrollo en el pasado. Entre las equivocaciones que cometamos, es muy posible que encontremos el gancho adecuado para encender la luz.
Cuando empecemos a movernos como sociedad, es casi seguro que nuestros jóvenes estudiantes aprenderán el valor del cambio, de la evolución y la conquista de metas. También aprenderán que para subir montañas, el obstáculo no es la roca, si no uno mismo.
Hay que tener algo muy claro: el día va a transcurrir para América Latina, tanto si los panameños nos levantemos en la cama, como si no. El progreso no lo crean los pueblos satisfechos, y a nuestros docentes les corresponde sembrar esta inquietud en nuestros jóvenes. ¿Cuál será la primera de las labores: crear un nuevo sistema o iniciar la formación de un nuevo cuerpo de docentes?
Ambos golpes son útiles y urgentes; si no, la tosca roca seguirá sin inmutarse, y el país se mantendrá esclavo del analfabetismo funcional que nos agobia.
PUNTO CRITICO |
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