Es cierto que la juventud hoy ha perdido valores, y no guarda las distancias que otrora nos hacían una sociedad apacible y con futuro. Hoy los chicos no respetan a nadie, ni a sus padres, y viven la vida rompiéndolo todo.
Pero también es verdad que los muchos maestros y profesores no se dan a respetar. A eso hay que ponerle mucho cuidado, porque los educadores tienen en sus manos el futuro de toda una nación, y están pecando al no capacitarse adecuadamente, y al no establecer los límites que brinden corrección a las generaciones que vienen.
Por suerte la mayoría de docentes es una reserva digna para un país como el nuestro. Principalmente aquellos maestritos que tienen que viajar a poblados inhóspitos para brindar la sabia del conocimiento, representan una esperanza para un país que quiere ser del primer mundo.
Para todos ellos, sobre todo los excepcionales y abnegados, quienes verdaderamente viven su vocación y se entregan por completo a sus muchachos, un saludo especial desde esta redacción. A los jóvenes se les invita a seguir los ejemplos de los buenos educadores, porque en ellos encontrarán las fórmulas para hacerse mejores ciudadanos. |