MENSAJE
El fino
oido del capataz Yáñez

Hermano Pablo,
P.O. Box 100, Costa Mesa, CA
92628 - EE.UU.
Durante treinta
y cinco años Don aAbelardo Yáñez trabajó
para el ferrocarril como capataz. Su deber era velar por el buen
estado de los rieles y los durmientes para que los trenes pudieran
correr siempre con seguridad por los caminos de hierro.
Cuando se jubiló, se fue a vivir a una casita al lado
de las vías, donde podía seguir viendo el incesante
ir y venir de los convoyes. Su casa estaba entre las vías
y una ruidosa avenida de mucho tránsito. Además,
en la casa había radio, televisor, niños y perros,
de modo que Don Abelardo vivía en medio de toda clase
de ruidos.
Un día, al pasar a toda marcha uno de los trenes frente
a su casita, el viejo capataz sintió un pequeño
chasquido. Cuando pasó un segundo tren, el ruido se hizo
inconfundible: uno de los rieles estaba quebrado y no tardaría
en provocar un accidente. Con la premura que el caso requería,
mandó a uno de sus nietos a dar aviso a la estación
vecina.
Cuando llegó la cuadrilla de arreglos, comprobaron
la verdad. Un riel estaba completamente quebrado. De ese modo
se evitó lo que hubiera sido otra tragedia de Así
como don Abelardo, nosotros también vivimos rodeados de
toda clase de ruidos. Son ruidos estridentes, ensordecedores,
embotadores; ruidos de los grandes negocios que hacemos; ruidos
de las fiestas con licor y sexo; ruidos de las playas, de los
teatros, de los cabarets; ruidos de la radio, la televisión,
los estadios deportivos y los conciertos de música popular.
Nuestro mundo moderno es un infierno de ruidos. Y pocos, muy
pocos, son los que están oyendo los crujidos que emite
nuestra civilización, que ya no soporta el peso de tanta
carga. Y pocos son también los que se aperciben del peligro
inminente y se ponen en guardia contra la quiebra total de la
humanidad.
Sin embargo, en medio de todo ese ruido la voz serena del
Cristo eterno sigue llamando. «Manténganse despiertos
-nos advierte-, porque no saben qué día vendrá
su Señor» (Mateo 24:42).
Es tiempo de escuchar los mensajes de aviso. ¡Cristo
nos llama hoy! Mañana puede ser tarde.
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