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CONSULTORIO MEDICO
La enfermedad de Peyronie

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Estimado Dr. Hiller

Mi marido tiene la enfermedad de Peyronie. La padece desde hace 9 meses, y aunque no hace tanto que tiene dolores, su pene se curva tanto que el acto sexual se ha convertido en algo difícil -y algunas veces muy incómodo para mí. El prime médico que vimos nos dijo que no podía hacer nada, sin embargo un especialista que visitamos después nos dijo que una operación tal vez lo curara pero que de momento deberíamos esperar. La enfermedad limita nuestra actividad sexual y deprime profundamente a mi marido. ¿Cuál es el momento adecuado para operar ?.

Estimado Lector: La cirugía, el único tratamiento realmente eficaz para combatir la enfermedad de Peyronie, se reserva para hombres cuya actividad sexual se ve severamente restringida a causa de la enfermedad. Incluso tratándose de estos enfermos, los expertos recomiendan que cualquier intervención se retrase hasta que el desarrollo de la enfermedad se estabilice, lo que normalmente sucede al cabo de uno o dos años.

Llamado así en honor del cirujano francés Francois de la Peyronie quien descubrió los síntomas de la enfermedad en 1743, la enfermedad de Peyronie hace que el pene se curve cuando está erecto. Esto se debe a la presencia de una placa, un área fibrosa, parecida a una cicatriz que aparece en una zona del pene llamada la túnica albuginea. Las placas carecen de la elasticidad de los tejidos normales del pene, por eso durante la erección no pueden endurecerse como el resto del pene. Eso crea una fuerza de atracción que obliga al pene a desviarse en la dirección de la placa.

En muchos casos, la placa surge en la parte superior del pene, haciendo que éste se arquee hacia arriba. Las placas no suelen aparecer en otras zonas del pene, aunque en algunos casos éstas lleguen a envolverlo por completo, causando la disminución de su tamaño más que curvándolo. En una minoría de enfermos, la enfermedad de Peyronie imposibilita las relaciones sexuales, o las hace dolorosas para la pareja.

La fase más activa de la enfermedad de Peyronie normalmente dura de 12 a 18 meses. Las erecciones iniciales son dolorosas, y los síntomas gradualmente empeoran. Aunque el dolor por lo general desaparece al cabo de seis meses, y un poco más tarde la curvatura del pene va reduciéndose o desaparece por sí misma.

Se desconoce con exactitud qué origina la enfermedad de Peyronie, aunque muchos hombres parece que tienen una gran capacidad de respuesta curativa tras haber sido infectados. Una investigación de la doctora italiana María Patrizia Carrieri comparó los factores potenciales de riesgo en 134 hombres con la enfermedad de Peyronie y de otros 134 hombres sin la enfermedad. Carrieri llegó a la conclusión de que una lesión derivada de técnicas médicas exploratorias del pene, tales como la cateterización aumentaban en dieciséis veces la posibilidad de desarrollar la enfermedad y era tres veces más probable desarrollar la enfermedad en aquellos que tuvieran algún otro tipo de lesión en la zona. Los resultados del estudio de Carrieri fueron publicados en el número de junio de 1998 de la revista especializada Journal of Clinical Epidemiology.

Hay pruebas que demuestran también el carácter hereditario de la enfermedad en algunos hombres. Esta posibilidad está respaldada por la observación de que la enfermedad es más común en estadounidenses con ascendientes del norte de Europa, ya que en los antecedentes médicos de esos hombres se encuentran frecuentemente casos de enfermedad de Peyronie. También se ha descubierto que en las familias de los que padecen la enfermedad se encuentran casos de otra enfermedad similar llamada la contractura de Dupuytren, placas en el tejido fibroso de las palmas de las manos que hacen que los dedos se doblen hacia abajo.

El modo tradicional de curar la enfermedad de Peyronie es corregir la curvatura del pene mecánicamente mediante cirugía. Al comprobarse que la enfermedad no entraña ningún peligro para la salud, la operación sólo se practica para devolver la normalidad a las relaciones sexuales de aquellos hombres cuya capacidad para realizar el acto se haya visto mermada. Uno de estos tres tipos de operación es la que normalmente se recomienda.

El primero es intentar eliminar el tejido de la parte del pene donde no hay placas. Esto fortalece el pene mediante la reducción de tamaño de la parte no afectada para compensar la disfunción de la parte de la placa y así prolongar la erección. Esta técnica funciona en el 90% de los casos, pero tiene como resultado una cierta reducción del tamaño del pene erecto en proporción al grado de desviación que ha sido corregido. Normalmente no se practica en hombres cuya desviación en el pene es superior a los 60o.

La segunda opción consiste en eliminar el tejido de la misma placa, sustituyéndolo con una especie de injerto hecho a partir del tejido sano (vena o piel) o de un material artificial como, por ejemplo, el Dacron. Algunas veces se elimina toda la placa; en otros casos, se corta la placa en varios segmentos pequeños. De una forma u otra, esta técnica protege el alargamiento del pene y suele ser la mejor opción para desviaciones extremas, aunque es una técnica muy compleja y es probable con el injerto, cura de las heridas, impotencia postoperatoria, o disminución de la sensibilidad del pene.

Finalmente, los que padecen impotencia como consecuencia de la enfermedad de Peyronie, deben considerar la opción de la implantación de una prótesis en el miembro. La prótesis proporciona rigidez y una curvatura adecuada. Una vez que la prótesis está colocada, los cirujanos pueden inducir una erección artificial para comprobar si la desviación del miembro es la correcta; si no, deben practicar una de las dos intervenciones quirúrgicas anteriormente reseñadas.

La enfermedad de Peyronie también ha sido tratada mediante técnicas no quirúrgicas, principalmente durante su fase activa. Algunos tratamientos consisten en la administración de fármacos. Algunos tratamientos consisten en la administración de fármacos vía oral (por ejemplo, vitamina E, colchicina, para-amiobenzoate y tamoxifen), terapia de rayos, resonancias magnéticas e inyecciones de sustancias químicas directamente en las placas. Unas cuantas investigaciones e informes ocasionales sugieren que algunos de estos métodos quizá funcionen, aunque no hay evidencias científicas que los respalden. No es frecuente en el desarrollo de esta enfermedad que se produzca una mejoría espontánea, y el planteamiento de algunas de estas investigaciones hace difícil averiguar qué parte de la mejoría se debe al tratamiento y cual simplemente al transcurso natural de la enfermedad.

Sin embargo, algunos de estos tratamientos son ampliamente utilizados, y si los pacientes han sido debidamente informados y dado el bajo riesgo que corren de padecer efectos secundarios, merece la pena intentar probarlos.

 

 

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Sin embargo, algunos de estos tratamientos son ampliamente utilizados, y si los pacientes han sido debidamente informados y dado el bajo riesgo que corren de padecer efectos secundarios, merece la pena intentar probarlos.

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