MENSAJE
Mortal sinfonía de colores

Hermano Pablo
Eran los primeros días de junio de 1973. Un grupo de «guaqueros» buscadores ilegales de esmeraldas, de la zona nordeste de Colombia, estaban trabajando en la sierra. Para obtener esmeraldas es necesario internarse bien hondo en la sierra. Hay que ponerse a trabajar ásperamente con pico y pala, y remover, desmenuzar y lavar toneladas de tierra, piedras y lodo. Por fin, tras largo y fatigoso trabajo puede hallarse entre los deshechos de tierra un reluciente guijarro verde: una preciosa esmeralda que compensa meses de trabajos. Sin embargo, a veces ocurren accidentes. Como se trabaja furtivamente, sin las protecciones necesarias, hay derrumbes de cuando en cuando. El 8 de junio de 1973 se produjo de improviso un gran alud de rocas y tierras en la localidad de Muzo, departamento de Boyacá. Más de veinte guaqueros quedaron sepultados bajo miles de toneladas de derrumbe, pagando así con su vida su afanosa búsqueda ilegal del pan diario. Murieron mezclando el color rojo de su sangre con el verde de las codiciadas esmeraldas y el amarillo café de la tierra, mientras el gris ceniciento de la muerte iba cubriendo sus rostros fatigados: ¡toda una sinfonía de colores que cuenta una historia humana de egoísmo, dolor, trabajo y ansia! El hombre corre siempre tras las riquezas materiales. Es bueno ganar el pan de cada día con el sudor de la frente. Es bueno desear mejores comodidades para sí y para la familia. Y es bueno desear ver el fruto del trabajo honrado en forma de tranquilidad y holgura económica. Pero cuando el deseo de riquezas se convierte en pasión, cuando la fiebre del dinero comienza a quemar el alma y roer el corazón, ya se hace malo. La vida tiene otros valores que los simplemente materiales. Jesucristo vino a ofrecernos un reino del espíritu; vino a ofrecernos una vida espiritual y moral que se vive por encima de la codicia y la ambición. Sólo Cristo nos ofrece un reino y una vida donde el dinero no cuenta y el oro no vale.
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