EDITORIAL
El desastre del tránsito vehicular
La principal causa de muerte
violenta en Panamá la ocupan los accidentes viales que superan los
cuatrocientos setenta y cuatro cadáveres en lo que ha transcurrido
del año, y cuya prospectiva apunta a superar en exceso las quinientas,
durante lo que resta del calendario de 1998.
Los accidentes vehiculares superan los ochenta diarios, en promedio;
ponen de manifiesto el desastre del tránsito panameño donde
las conductas abusivas, imprudentes y omisivas, dejan secuelas de lesionados
y daños millonarios, como explican las estadísticas de las
empresas aseguradoras.
Las causas de este deterioro son de distintas naturaleza; resalta la
lenidad de las autoridades responsables del control del tránsito,
quienes toleran con resignación culpable el manejo en desorden que
hace cabriolas con los vehículos, incrementando los riesgos de colisión
y vuelco; de igual manera, la permisión tolerante en el otorgamiento
de las autorizaciones de manejo, donde inexpertos e imberbes conductores
logran las licencias legales.
La evidente falta de mantenimiento de múltiples vehículos
que ofrecen deterioros y daños ostensiblemente; cuyos controles mecánicos
y eléctricos en daño sirven para agudizar los peligros de
atropellos y colisiones.
Repetidas mecánicas burocráticas facilitan a menores de
veinticinco años conduir autobuses y taxis en abierta violación
a las normas de la ley 14, unidas a la indiferencia de los vigilantes de
calle y carretera, que se alejan de los eventos infractores, sin reclamar
rectificaciones. Por ejemplo los cotidianos desplazamientos de camiones
volquetes que transportan materiales de relleno y construcción, sin
las cubiertas reglamentarias y dejando porciones de piedra, arena y lodo
en el pavimento.
El reparto de las responsabilidades en los asuntos viales en cinco oficinas
distintas, que actúan en sus propias dinámicas y criterios,
causan controversias administrativas y encontradas decisiones, cuyas secuelas
incrementan el infernal tránsito terrestre panameño.
La pasada semana se ordenó retirar la licencia al infractor vial;
situación que con anterioridad devino en la acumulación de
expedientes y miles de boletas sin atender, que en algunos casos -tal el
denunciado por el Director Sosa, ascienden a más de ochenta.
Esta morosidad es acusatoria de la endeble efectividad de los responsables
del tránsito, que dejan los cobros al tiempo de renovación
de placas al obtener paz y salvo. Tal mecánica es cómoda;
impropia de quienes deben ejemplarizar, castigando los desmanes contra la
ley, realidad que informa el desastre vial panameño.
|