FUNDADOR DEL CENTRO JUVENIL VICENTINO
Padre Javier Bárcenas cumplió
veinticinco años de sacerdocio
Eduardo Soto P.
Crítica en Línea
Cuando lo conocí jugaba
tenis, corría casi todos los días, hacía aeróbicos,
y tenía entre manos un proyecto coral para grabar un disco de larga
duración, con canciones de alabanza y gratitud a Dios, que costó
miles de dólares y reunió los talentos musicales de jóvenes
capitalinos y veragüenses.
Ya se había paseado por los colegios de segundo ciclo de la ciudad,
donde habló de Jesús a los muchachos y los convenció
para organizar un movimiento que ha llegado a tener proyección nacional
e internacional: el Centro Juvenil Vincentino, CEJUVI (inspirado en el trabajo
con los pobres de San Vicente de Paul, patrono de la Congregación
de la Misión a la que pertene Javier).
La década de los setenta finalizaba, y el padre Javier, quien
apenas tenía unos seis años de ser cura, no hablaba de otra
cosa que de construir un gran centro de formación (con piscina, canchas
de fútbol, voleibol, beisbol y una enorme capilla) donde los jóvenes
pobres del país tuvieran la oportunidad de mejorar sus niveles de
vida y, sobre todo, salvaran sus almas.
Por aquella época también logró el dinero para financiar
un grupo scout integrado por chiquillos de escasos recursos, quienes de
otra manera no habrían tenido oportunidades para formarse en el difícil
arte de vivir la vida con honor y honestidad. Por esos trucos de magia que
lo han caracterizado, el padre Javier permitió que los muchachos
conocieran el país entero, durmiendo al aire libre, cocinando sus
propios alimentos en fogón, y cantando en las faldas del volcán
Barú y las llanuras de Veraguas, Capira, Colón, Coclé
y Azuero entero.
Una de las experiencias más exitantes de esos años fue
la competencia de patrullas scouts en Honduras, donde el trofeo final era
una cabeza de leopardo disecada que se ganaron los ticos.
Al margen de los casos de franca derrota que han vivido algunos de ellos,
puedo decir que de esas aventuras scouts resultaron ciudadanos de bien,
responsables y comprometidos con sus familias.
RETIROS ESPIRITUALES
El padre Javier Bárcenas se llevaba a medio centenar de jovencitos
y jovencitas cada dos o tres meses, durante 15 años seguidos o más,
para hablarles del perjuicio del pecado y la necesidad de conversión,
crecimiento y compromiso con Jesús y su Iglesia. Eran chiquillos
comunes y corrientes, quienes nunca en su vida habían confrontado
la posibilidad de estudiar y conocer a Jesús de Nazareth, y de repente
se encontraban en medio del servicio pastoral y la vida cristiana.
De esas jornadas surgieron los equipos que posteriormente iniciaron las
misiones vicentinas, semillero de lo que luego fue la Comisión Nacional
Misionera, que durante el quinto centenario de la evangelización
llegó la Palabra a cada rincón del istmo.
Unos de los frutos de esos retiros de iniciación cristiana son
las vocaciones de los sacerdotes José Arturo Hassán, actual
vicario episcopal en Colón; y Alejandro Gouldborne, vicario episcopal
de San Miguelito y párroco de Cristo Redentor; así como de
la hermana Viodelda Olivardía, maestra de las novicias en la comunidad
franciscana. También aceptó el llamado del Señor el
Diácono Permanente Roberto Rampolla y el diácono Leonel Mendez,
quien próximamente se ordenará sacerdote.
En la misa de aniversario por sus 25 años de servicio a la iglesia,
Javier Bárcenas dijo del CEJUVI lo siguiente: "El Centro Juvenil
Vicentino forma parte de mi vida (...) ha sido un largo y pesado recorrido,
que siempre he aceptado con profunda fe y tomado de las manos de Dios (...)
Veo en los niños y niñas, y en la juventud desamparada, la
razón de mi entrega; a ellos me debo".
También expresó: "Durante estos 25 años lo
esencial para mí como sacerdote ha sido luchar por vivir un Evangelio
auténtico, no de palabras bonitas o de grandes predicaciones teóricas
y alejadas de toda realidad (...) he querido anunciar un Cristo vivo, de
manera sencilla, en la vida ordinaria, pues estoy conciente que El quiere
de mí un anuncio silencioso, sin hechos extraordinarios".
El padre Francisco Javier Bárcenas aceptó seguir impresionado
con el pasaje bíblico en el que Jesús elige a sus discípulos:
"El eligió lo débil, a lo despreciable de este mundo
para confundir a los grandes y poderosos (...) entre esos estoy yo, entre
los débiles y pobres de este mundo".
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El 18 de noviembre de 1973, Javier Bárcenas inició su vida
como presbítero. Lo ordenó el arzobispo Marcos Gregorio McGrath,
y sus padrinos fueron el cura Carlos López, un agustino recoleto,
y la hermana Teodora Santos, Sierva de María |
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