|
TEMAS DE ACTUALIDAD
Dios y yo ¡No importa contra qué!
Raymundo A. Moore W.
Crítica en Línea
"Honren los otros a Dios en sus hecatombes; yo lo honraré reconociendo la grandeza de su saber, la grandeza de su poder, y la grandeza de su bondad..." (C. Galeno) A veces rezar para mucha gente resulta ser el camino más sencillo y viable, como "salida" de una situación dada. Tal concepto, sin embargo, bajo ciertas circunstancias, desvirtúa en forma dramática lo que debe ser una expresión de fe, prefiriendo él, o ella, refugiarse en la oración como alternativa, en vez de armarse de valor para exigir, desafiar, retar, sacrificarse o exponerse. Hay gente cuya autoestima - si es que existe en ellos - les dice que, "...difícilmente se le pega a un hombre que tenga las manos metidas en los bolsillos..." (si me permiten la metáfora); para ellos, nada de luchas, nada de exigencias... lo suyo será siempre resignación y conformismo, lo que no tiene nada que ver con una actitud pacifista. Es por eso que frente a esa falta de fe, aunado con la falta de confianza en ellos mismos, me complace remitir a esos "cristianos aburridos", al Salmo 108, versículo 134 que dice: "... Con la ayuda de Dios haremos grandes cosas; él aplastará a nuestros enemigos..."; versículo este que me hizo recordar la siguiente frase que hago mía: Dios y yo... ¡No importa contra qué! Axioma que refuerza Monseñor Rómulo Emiliani sentenciando que, "... Con Dios ¡usted es invencible!...", demostrando todo esto que Dios no es una abstracción caprichosa... que su existencia es real para todos aquellos que en verdad creen en él. Aceptado lo anterior como verdadero ¿cuál entonces es vuestro temor, amigo mío, para enfrentar con valentía y decisión, todos los ratos que la vida os presenta? ¿Con qué moral y qué autoridad, pretendéis aconsejar a otros, si carecéis de la fe y la voluntad que se os exige para poner en práctica los talentos que Dios os ha dado, para defenderos de todo aquello o contra todos aquellos - que amenaza vuestra integridad física, moral y espiritual? Ya con anterioridad te lo dije, amable lector, que Dios "aborrece" a los "tibios de espíritu", puesto que cuando lo creó, Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza (Gén. 1-26,27,28), lo que quiere decir que si Dios Nuestro Señor, como dueño de toda la Creación, es invencible ante todo y ante todos, entonces el hombre, por extensión divina, no sólo debe serlo, sino también sentir ese poder, no sea que luego El nos pida cuenta por nuestra "tibieza". De hecho, cuando invocas el nombre de Dios, tienes que hacerlo -debes hacerlo- con fuerza, con fe, y convencido de su existencia, real y verdadera, tanto, que eres capaz de exclamar, sin vacilación, como reza nuestro título, "Dios y yo... ¡No importa contra qué! Ya es tiempo, pues, que los cristianos abandonemos el cómodo claustro de nuestras iglesias (sin querer decir con esto que dejemos de asistir a nuestras misas y/o cultos), para salir a la calle y, en nombre de Dios, defender nuestros derechos y enfrentar a quien sea, y lo que sea, para no correr el riesgo que ese Dios que decimos amar, temer y defender, quiera vomitarnos porque hemos demostrado ser, para él, "ni sal ni pimienta". ¡Au Revoir!
|
|
|
