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Policía partea mujer en las bananeras
Sin guantes y sin equipo especializado, el sargento Erick González, recibió a la hermosa criatura, hija de Sonia Acosta de 40 años y la envolvió en una sábana blanca y le ató el ombligo.
Flor Bocharel
Crítica en Línea
El 8 de noviembre era una larga, tranquila y cálida noche en el cuartel de Finca Blanco, distrito de Barú, donde se encontraba el sargento segundo Luis A. Jiménez, en la sala de guardia, en espera de que se reportara alguna novedad, como un hurto, riña callejera o cualquier hecho donde la policía tuviera que actuar. No obstante, el sargento estaba lejos de imaginar que esa tranquilidad sería interrumpida por un acontecimiento fuera de lo común Algo grandioso o milagroso que, para lo que Dios lo escogió para ser protagonista. URGENCIA Sonia Acosta, una humilde mujer de 40 años, residente en la lejana comunidad de la Unión en Blanco Arriba, ha conformado una familia con Carlos Jiménez, un agricultor que no escatima esfuerzos para brindarle el sustento a sus hijos y aunque son muy pobres, el amor no falta en el seno familiar, donde dos varones y ocho mujeres alegran su existencia. Tres de sus hijos están casados y dos están estudiando. Aquella noche de noviembre, Acosta era transportada en un auto particular a la ciudad de Puerto Armuelles, con el fin de dar a luz a su décima hija. Repentinamente, las labores de parto se adelantaron y la valiente mujer y su primogénita no podían esperar. El auto que transportaba a la futura madre se estacionó frente al cuartel de Finca Blanco, donde el sargento Jiménez salió a percatarse de lo que ocurría. Al presenciar la escena, pudo notar que era necesario actuar con rapidez, porque la pequeña ya estaba saliendo del vientre de su madre. Sin guantes y sin equipo especializado, el sargento recibió a la hermosa criatura, la envolvió en una sábana blanca y le ató el ombligo. En ese momento, su compañero de turno, el sargento primero Erick González, acudió a ver que ocurría y, al percatarse de lo sucedido, como buen ciudadano, prestó toda la ayuda necesaria, buscando al conductor de la ambulancia y llevando a la señora Sonia y a su bebé hacia el Hospital Dionisio Arrocha de Puerto Armuelles para que fueran evaluados clínicamente. AGRADECIMIENTOS Para realizar este trabajo periodístico, acudimos a la sala de recobros del hospital, en compañía de los agentes policiales que prestaron ayuda a la humilde mujer. En el lugar, la señora Sonia manifestó su agradecimiento a los policías y a su oportuna intervención, porque el lugar donde reside es distante y si no hubiera existido un cuartel en el lugar indicado y si los agentes no hubieran tenido la valentía para asistir un parto, a lo mejor hubiera perdido a la criatura. Sonia agradece a Dios, porque actuó a través de las manos del Sargento Jiménez, al tiempo que señala que Panamá necesita más hombres y mujeres que sean dadivosos como las personas que le prestaron su ayuda. Por su parte, el Sargento Jiménez manifestó que se siente complacido con lo que hizo, pero indicó que fue Dios quien lo iluminó en esos momentos, "porque es un privilegio ver nacer a un ser humano o a un ser divino que llega a la tierra por obra y gracia del sumo Creador". En estos momentos, Sonia se encuentra en su humilde residencia, cuidando a sus hijos con todo el amor y ternura que un corazón y un instinto maternal le permiten y, a pesar de todas las limitantes económicas que enfrentan, espera que sus hijos estudien para que puedan ser mejores ciudadanos. Los Sargentos Jiménez y González continúan prestando servicios en el Cuartel de Finca Blanco. A lo mejor sus vidas no son las mismas de antes, porque el recibir a un ser humano al momento de nacer, los ha acercado más al sentido humano y espiritual que gran cantidad de personas han perdido e nuestro país.
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