A más de un año después de su muerte al hundirse el submarino nuclear Kursk, 11 marinos rusos fueron sepultados ayer sábado junto con dos de sus colegas.
La nieve caía sobre los ataúdes cubiertos con la bandera de la marina rusa, una cruz azul sobre fondo blanco, rodeados por una guardia de honor con uniformes de invierno, antes de ser sepultados en el cementerio Serafimov.
Los 11 formaban parte del grupo de 118 marinos que murieron a bordo del Kursk cuando explotó y se hundió el 12 de agosto del 2000 en el mar de Barens. Los cuerpos sepultados el sábado fueron recuperados cuando los restos del submarino fueron sacados y llevados a tierra firme el mes pasado. Otros dos restos recuperados antes también fueron sepultados en el cementerio Serafimov.
El accidente ocurrido a una de las naves más modernas de la marina rusa conmocionó al país y causó una ola de críticas en torno a la reacción del gobierno, que actuó con lentitud y confundido. El presidente Vladimir Putin fue muy criticado por no hablar de la catástrofe, sino varios días después de la misma.
La riesgosa y cara operación del reflote de los restos del submarino fue percibida como un intento por contrarrestar las críticas, pero muchos de los familiares de las víctimas expresaron que la acción era de gran importancia.
Previamente, un grupo de familiares rezó en el funeral de los marinos. |